Realización del monumento al Mundo, obra del artista Rafael Trenor
El tesoro de la belleza diversa que distingue a nuestro planeta. La Tierra, en su generosa, perfecta y planetaria manifestación. En esa dimensión global e inmensa ante la que conceptos tales como nación, raza, fronteras, o especies pierden por completo su significado. El Alma del Mundo es también y por tanto, un homenaje a la Diosa. A esa diosa que, con nombres diversos, aparece en casi todos los mitos de origen y que, fecundada por el Cielo, engendra y alimenta a cuantos seres en ella habitamos. Es decir, a la Madre Tierra, a esa divinidad históricamente venerada por tantísimos pueblos, y cuya sagrada Naturaleza viene siendo torpemente desatendida en los últimos tiempos.
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