La voz de la naturaleza

Almacenan y depuran nuestras aguas, mantienen los suelos que producen nuestros alimentos, generan el oxígeno que respiramos, mitigan los efectos del cambio climático almacenando un millón de toneladas de carbono.

Si hay algo esencial para el futuro —al margen de investigación e innovación científica y técnica para hacer frente a los desafíos ambientales— es el cuidado de nuestros tesoros naturales.

Son esenciales para nuestra salud física y mental, nos ofrecen oportunidades de ocio, albergan criaturas únicas y maravillosas en el país con mayor biodiversidad de Europa y, además, proporcionan desarrollo y oportunidades de empleo en la España vaciada y nos conectan con nuestras raíces. Porque, si hay algo esencial para el futuro —al margen de investigación e innovación científica y técnica para hacer frente a los desafíos ambientales— es el cuidado de nuestros espacios naturales.


Resulta que las huellas de elefante asiático hacen las veces de criaderos de huevos de ranas y renacuajos durante la estación seca en Birmania, según un estudio en la revista Mammalia publicado en versión impresa el mes pasado.

En la naturaleza no se desperdicia nada, ni siquiera una huella.

Algunas huellas no tenían mucha capacidad, «quizá la del agua que cabe en una lata de refresco», escribe el coautor David Bickford, biólogo de la Universidad de LaVerne, en California, por email. Sin embargo, a veces varias huellas «se disponían en “franjas” y, por consiguiente, eran más atractivas para que las hembras pusieran sus huevos en ellas».


En Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia nos hemos fijado en los agujeros en las bellotas. Es la carcoma, que entra a poner los huevos para reproducirse. 

Las bellotas pueden ser unas grandes aliadas contra esta plaga de larvas que deteriora muebles y vigas.

Y, precisamente, estas imágenes de naturaleza captadas en Cardona, en el Bages, nos pueden dar pistas para luchar de forma natural contra esta plaga de larvas.


¿A qué huelen las nubes y la lluvia? Pues sí, efectivamente tienen un olor específico, que incluso tiene nombre: el petricor.

Fueron dos científicos australianos quienes acuñaron el nombre de olor a lluvia. Un aroma que activa una conexión cerebral.

Podríamos preguntarnos por qué hay olores que nos transportan de inmediato al pasado, a recuerdos imborrables. Ya sea el guiso de la abuela, el olor a la madera en la chimenea, a hierba recién cortada o el olor del horno cuando se hacen unas madalenas.


La niebla, ese fenómeno atmosférico en el que pequeñas gotas de agua suspendidas en el aire crean una atmósfera húmeda y misteriosa, tiene una serie de beneficios significativos para las plantas y los árboles. Aunque a veces puede ser percibida como un elemento atmosférico molesto para los humanos, para la vegetación, la niebla puede ser una bendición. 

Primero, vamos a averiguar la causa de la aparición de la niebla, para después comprender lo que le sucede a las plantas y árboles.

CAUSAS DE LA APARICIÓN DE LA NIEBLA

1. CONDICIONES DE HUMEDAD

La niebla se forma cuando la humedad en el aire alcanza niveles críticos y se condensa en pequeñas gotas de agua suspendidas. Este proceso ocurre comúnmente durante la noche o en las primeras horas de la mañana, cuando la temperatura del aire disminuye y la humedad relativa aumenta, alcanzando el punto de saturación. La humedad puede provenir de cuerpos de agua cercanos, como ríos, lagos o mares, así como de la vegetación circundante.


Han sobrevivido a fuegos, y sequías, pero su mayor mérito es que han logrado salvarse de quien más ha castigado los bosques a lo largo de siglos: el hombre. Son árboles-abuelos, auténticos supervivientes del mundo vegetal. Los hay con más de 1.000 años y que tuvieron culto, como los robles considerados sagrados por los antiguos. Milenario es el tejo que puede vivir unos 1.500 años y suele estar situado al lado de ermitas y cementerios. 

Algunos son milenarios. Otros, varias veces centenarios.

En algunos se apareció la Virgen y conservan hornacinas donde alguna vez estuvo su imagen. Milenarios son también los dragos canarios y algunos olivos mallorquines y levantinos. El ser tan viejos ha sido causa de que tengan curiosas leyendas.


Las hormigas del género Myrmoteras cierran sus mandíbulas sobre sus presas en menos de medio milisegundo, 700 veces más rápido que el parpadeo de un ojo humano, a una velocidad de 80 kilómetros por hora. Así lo comprobaron en un reciente estudio investigadores del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, que explican en la revista Journal of Experimental Biology que la especie ha desarrollado esta habilidad de una manera «completamente independiente».

Hallan el camino incluso hacia atrás, toman decisiones por el bien del grupo y algunas muerden 700 veces más rápido que un parpadeo.

Pero aunque parezca increíble, hay otras hormigas aún más rápidas. Las mandíbulas de las Odontomaque , distantemente relacionadas, alcanzan el doble de la velocidad de las Myrmoteras, haciendo de sus mordiscos uno de los movimientos de animales más rápidos jamás registrados. Esas hormigas aún más rápidas son conocidas por usar sus mandíbulas con muelles no sólo para atrapar a sus presas, sino también para evitar el peligro.


Los médicos no suelen recetar a sus pacientes que pasen tiempo en la naturaleza, pero quizá deberían empezar a hacerlo.

Un de la Organización Mundial de la Salud demuestra que pasar tiempo en la naturaleza mejora el estado de ánimo, la mentalidad y la salud mental.

Numerosos estudios demuestran que estar en espacios verdes (parques, bosques, montañas, etc.) es beneficioso para el bienestar físico y mental de las personas. Menos conocidas son las ventajas de estar cerca de océanos, lagos y ríos.


El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático estima que para el año 2050 las emisiones de CO2 deben reducirse en un 85% con respecto a los niveles observados en 2000 y evitar un aumento de la temperatura media mundial de 2 °C.

Investigaciones recientes han puesto de relieve el valioso papel que desempeñan los ecosistemas costeros en el secuestro de dióxido de carbono (CO2).

Investigaciones recientes han puesto de relieve el valioso papel que desempeñan los ecosistemas costeros en el secuestro de dióxido de carbono (CO2). Esta captura se da sobre todo en ecosistemas marinos con vegetación, específicamente en bosques de manglares, lechos de pastos y praderas marinas.