Ágora

Entrevista a Federico Mayor Zaragoza.
Presidente de la Fundación Cultura de Paz;
ex director general de la Unesco.
Llama a la ciudadanía a movilizarse para afrontar las graves amenazas globales e iniciar un futuro esperanzador. “Ha llegado el tiempo de eliminar el veto de las Naciones Unidas y de la Unión Europea para iniciar una nueva era”.


Juan Enrique Gómez.


Está convencido de que vivimos un tiempo en el que la humanidad se juega la democracia, el futuro y su propia supervivencia. Federico Mayor Zaragoza (Madrid 1934) tras más de cuatro décadas como parte y observador privilegiado de los movimientos sociales y geopolíticos internacionales, considera que  “En estos momentos, ante el silencio de las organizaciones internacionales que deberían poder intervenir para hallar soluciones democráticas —la Unión Europea y las Naciones Unidas, ambas inhabilitadas por el veto de la ‘unanimidad’, en el primer caso, o de los vencedores de la II Guerra Mundial, en el segundo— es urgentísimo que se proceda a la movilización de la ciudadanía, consciente del apremio con que hay que afrontar las amenazas globales, especialmente las potencialmente irreversibles, para poder iniciar una nueva era”. Lo dijo en su momento y se reafirma sin dudarlo en esta entrevista, ya que los vetos, de cualquier tipo, impedirán un futuro esperanzador para la humanidad, porque, dice “ha llegado el momento de ser libres y responsables”.

El nombre de Federico Mayor es reconocido en todo el mundo. Profesor de Bioquímica, e investigador, preocupado por el devenir de la historia y del mundo en una época de grandes cambios, se convertía en los sesenta en rector de la Universidad de Granada e iniciaba una dilatada y fructífera carrera personal, profesional y política que le llevaría a ser ministro de España (1981-82), diputado y Director General de la Unesco (1987-1999). Entraba a formar parte del reducido club de quienes movían los parámetros del mundo, pero en su caso, desde el ámbito de la cultura, la ciencia y el reconocimiento de la historia y singularidades de los pueblos.

Ahora, en pleno siglo XXI, mira el mundo de una forma muy directa. La experiencia le dicta que “solo el diálogo es el método para lograr la estabilidad y la solución de los conflictos”, pero sabe, por experiencia, que “es un arma nunca aceptada por los poderosos”.

Federico Mayor mantiene su convencimiento de que la educación consigue hacer personas libres y que, a pesar de las muchas trabas, “transitaremos de la fuerza a la palabra para elegir el mejor de los destinos”. Cree que los humanos somos los únicos seres conscientes de la colosal realidad que es el Universo, “somos sus ojos” y que en nuestra mano está inventar un futuro que se convierta en esperanza personal y colectiva.

¿Es posible inventar el futuro?
Es posible. Y es apremiante. Es nuestra esperanza personal y colectiva. Cada ser humano dotado de las facultades distintivas de pensar, imaginar, anticiparse, innovar… ¡crear… para contribuir a inventar el futuro. A la imperiosa necesidad de inventar un devenir que esté a la altura de la sociedad humana he dedicado, precisamente, un libro entero (‘Inventar el futuro”, Ánfora nova,2021).

¿Cree en la existencia de un universo inacabable?
¡Claro! Si hay alguna realidad incontestable es la existencia del universo, inmenso, infinito. Es un gran misterio.

Los seres humanos, únicos seres conscientes de esta colosal realidad, son los ‘ojos del universo’. Sin la especie humana, el universo sería una formidable existencia desapercibida. La especie humana ‘sabe que sabe’.

Le he oído hablar de “memoria del futuro”. ¿Memoria individual o colectiva?
Memoria del futuro a escala personal y de la sociedad en su conjunto, para que nuestros comportamientos cotidianos sean de tal naturaleza que el futuro alcance la grandeza que corresponde a la creatividad humana.

Nos enfrentamos, por primera vez en la historia, a desafíos globales causados por la propia vida humana (Antropoceno).

¿Estamos preparados para evitar un grave deterioro de la habitabilidad de la Tierra?
Actualmente somos progresivamente conscientes de la naturaleza de los retos que enfrentamos y, muy particularmente —quiero destacarlo como científico— de los que pueden alcanzar puntos de irreversibilidad. Ahora, plenamente conocedores de la realidad actual, tenemos que adaptar nuestra conducta a la búsqueda e invención de actuaciones a escala local e ilimitada, para hacer frente oportuna y firmemente a los retos de toda índole, con muy especial atención —insisto en ello— en los potencialmente irreversibles. ‘Nosotros, los pueblos… hemos resuelto evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra’. Así se inicia la Carta de las Naciones Unidas. Pero ‘los pueblos’ no existían: el 90 % de los seres humanos nacían, vivían y morían en unos kilómetros cuadrados y la discriminación por razón de género, etnia, ideología, creencia… era enorme… y ‘los pueblos’ carecían de voz y no podían participar. Ahora, en pocas décadas, se ha progresado enormemente en la no discriminación, en la igual dignidad, y cuentan con la tecnología digital para expresarse libremente. Ahora, por fin, ya podemos. Ahora, ya debemos.

Usted siempre ha abogado por el diálogo para solventar los problemas entre los pueblos, disparidades y confrontaciones. ¿No cree que se trata de una reiterada propuesta utópica?
Bien al contrario. Sustituir la fuerza por la palabra ha sido el firme propósito de todas las organizaciones democráticas. En 1919, el Presidente Woodrow Wilson, al final de la terrible primera guerra mundial, creó la Sociedad o Liga de Naciones en Ginebra “para que nunca más fuera preciso resolver las situaciones que llevan al enfrentamiento por las armas, sino por la mediación y el diálogo”.

Este gran proyecto de paz fue truncado por el partido republicano de los Estados Unidos, que —¡deber de memoria!— no permitió que el país más poderoso de la Tierra fuera parte de la Sociedad de Naciones creada por un presidente demócrata de Norteamérica.

Sin pautas para la concertación y el diálogo, Alemania volvió a rearmarse y se desarrolló el supremacismo nazi y fascista… y nipón. Millones de muertos… y la fundación, al final del horrible conflicto, de las Naciones Unidas por el gran presidente demócrata Franklin D. Roosevelt en 1945.

Pero el perfecto diseño multilateral democrático fue, inmediatamente, inhabilitado por los cinco vetos otorgados a los ‘vencedores’ de la II gran guerra.

Esta es la razón, que debe ahora rememorarse, de que nunca se haya podido poner en práctica la lúcida primera frase de la Carta de las Naciones Unidas. Lo mismo acaba de acontecer con la Unión Europea: la capacidad de acción que tuvo en el año 2003 el Presidente Jacques Chirac para, en nombre de Europa, aclarar el perverso bulo de las ‘armas de destrucción masiva’ en Irak, se ha desposeído ahora a la que podría ser la gran unión democrática influyente a escala global, porque se ha añadido en la UE el requerimiento de ‘unanimidad’  para la adopción de decisiones.

No, no es un pensamiento utópico. Es la gran solución nunca aceptada por los más poderosos. La actual plutocracia—supremacista de los grupos G debe sustituirse sin dilación por un multilateralismo democrático. Corresponde a ‘Nosotros, los pueblos…’, con una gran movilización a escala mundial, sustituir una vez la solución preconizada desde tiempo inmemorial de ‘Sí vis pacem para bellum’ por ‘Sí vis pacem para verbum’.

Será la palabra la que permitirá iniciar una nueva era.

¿Cree que las mujeres y los jóvenes serán la clave en la invención de nuevos rumbos?
En las últimas décadas se ha logrado eliminar en buena medida la discriminación de género: ya nos reconocemos iguales en dignidad y la mujer juega progresivamente el papel esencial que le corresponde. Como me dijo Nelson Mandela, ‘la mujer solo excepcionalmente utiliza la violencia El hombre, solo excepcionalmente no la utiliza’. Muchos deben recordar la puesta en práctica de los deberes intergeneracionales. Y ayudar a la juventud a no ser espectadores de lo que sucede, sino activos protagonistas.

Usted dijo hace tiempo que “la única solución es el amor”, parafraseando a Miguel Hernández (‘Vivir caminando con el amor a cuestas’).  ¿Lo mantiene?
Fue don Miguel de Unamuno, el gran referente, quien puso de relieve la ‘pedagogía del amor’. Si de verdad pretendemos educar para una ciudadanía ‘libre y responsable’ (artículo 1 de la Constitución de la Unesco), sigamos puntualmente la recomendación de ambos Migueles.

Se habla de nuevos sistemas educativos, de escuela y conciencia, de planes y objetivos… ¿No sería más sencillo y efectivo hablar, simplemente, de Educación, con mayúscula?
En primer lugar, no hay que confundir educación con capacitación. Saber más matemáticas o lenguas, no tiene nada que ver con ser mejor educado. Don Francisco Giner de los Ríos lo aclaró lúcidamente, diciendo que ‘educación es dirigir la propia vida’, e ‘inspirados siempre en principios democráticos’, como indica el preámbulo de la Constitución de la UNESCO.

La gran Comisión Pedagógica que siendo Director General de la Unesco encomendé en 1992 al Presidente del Consejo de Europa, Jacques Delors, estableció las siguientes ‘avenidas’ hacia una educación de calidad:

Aprender a ser

Aprender a conocer

Aprender a hacer

Aprender a vivir juntos.

A estos cuatro aprendizajes esenciales añadí ‘aprender a emprender’, a actuar, ya que al ‘sapere aude’ (atrévete a saber) de Horacio, pensé que era imprescindible añadir ‘saber atreverse’.

Cada ser humano, único, capaz de crear, y educación para una ciudadanía libre y responsable, son, no cabe duda, las premisas esperanzadas de la sustitución, en breve plazo, de la irresponsable gobernanza actual plutocrática y supremacista por una gobernanza democrática multilateral. La libertad es el gran don humano, y es apremiante cumplir, audazmente, diligentemente nuestras responsabilidades. Inspirados por los valores supremos, podremos transitar, por fin, de la fuerza a la palabra.

¿Por qué no nos damos cuenta de que el cambio climático global es un peligro inminente?
Porque los grandes poderes (económico y militar) coaligados han impedido siempre que se escuchara a los científicos, a la ciudadanía que vive la realidad que se le oculta. Por mi especialidad en la detección en el neonato de enfermedades que si no se diagnostican y tratan oportunamente afectan irreversiblemente al sistema neurológico, siempre me he preocupado de los otros fenómenos que pueden alcanzar puntos de no retorno. En este sentido he vivido las advertencias de Aurelio Peccei, fundador del club de Roma, quien, en 1970, ya advertía sobre los límites del crecimiento. Y la Unesco reforzaba sus programas oceanográficos (el agua marina constituye los 2/3 de la piel de la tierra) y ‘El hombre y la biosfera’. Una vez más, inercia, institucional y personal. Se decidió entonces organizar en Río de Janeiro una gran Cumbre Mundial, para que la voz de los pueblos fuera, finalmente, escuchada. Se elaboró un excelente documento: la Agenda siglo XXI, que daba las pautas para los múltiples cambios requeridos tanto de naturaleza ecológica como económica y social. El G7 no prestó la menor atención a estas sabias directrices para el nuevo siglo, tan bien elaboradas. La misma suerte corrieron documentos tan relevantes como la Declaración y Programa de Acción para una Cultura de Paz (1999) y la Carta de la Tierra (2000).

A pesar de todo ello, el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan,  puso especial empeño en la celebración de otra Cumbre Mundial, esta vez en Johannesburgo. Tuvo lugar en el año 2002… Y, de nuevo, el G7 presidido por George Bush Jr no sólo no prestó atención a las clarividentes propuestas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, sino que decidió, basado en falsas presunciones, la invasión de Irak. En el año 2015, hay una ventana de espera esperanzada: el Presidente demócrata de los Estados Unidos Barack Obama, firma en París los Acuerdos sobre el Cambio Climático y dos meses más tarde, en noviembre, suscribe en la Asamblea General de las Naciones Unidas, la resolución “para transformar el mundo” sobre la Agenda 2030.

Pero no funcionó.

Todo aparecía, por fin, listo para un gran cambio en la gobernanza mundial. Sin embargo —deber de memoria— a los pocos meses se elige Presidente de Norteamérica al republicano, Donald Trump, quien, el mismo día de su elección, anuncia que no pondrá en práctica ninguno de los acuerdos suscritos por su antecesor… Y durante seis años sin la menor reacción europea ni de otra naturaleza. ‘Nosotros, los pueblos’, calla. La Unión Europea carece de importancia cuantitativa pero cualitativamente era, como ya he manifestado, muy relevante. Pues bien, con la adopción del requerimiento de unanimidad para la toma de decisiones, resulta que es  ahora una organización militar y el G7 los interlocutores de Putin en la guerra. Digo todo eso para que quede muy claro que ha llegado el momento, impostergable, de los otros grandes movimientos, los que pueden llevar a cabo la transición de la gobernanza plutocrático—militar actual a una gobernanza multilateral democrática.

¿Ciencia y humanidades es la receta perfecta?
El tiempo de la inhibición y del silencio ha concluido. Se trata de saber y, sobre todo, de crear. ‘Inteligencia artificial’, sí, pero prevaleciendo la natural Acopio ilimitado de datos, sí, pero sin olvidar —como me dijo el Prof. Hans Krebs en Oxford— que el éxito radica en ‘pensar lo que nadie ha pensado’. El cambio de ‘vía’ que preconiza Edgar Morin —de vía y de vida— es imprescindible e inaplazable.

Ciencia y consciencia. Seres humanos conocedores de la realidad y de sus responsabilidades, sí: ha llegado el momento —por la irreversibilidad— de ser ‘libres y responsables’ a escala planetaria.

¿Qué nos ha enseñado la pandemia COVID 19?
Que la acción concertada y bien fundamentada científicamente es posible; que `Nosotros, los pueblos…’ y, sobre todo, que ha llegado el momento histórico de eliminar el veto de las Naciones Unidas y de la Unión Europea para iniciar la nueva era.

Podemos ahora poner en práctica grandes acciones colectivas a nivel global;

Usted se ha declarado creyente. ¿No ha encontrado en la ciencia respuesta a algunas cuestiones esenciales?El misterio de cada vida humana… sus capacidades distintivas… las características del universo y de la especie humana… todo lleva a perseverar en la búsqueda de explicaciones… a, cómo decía antes, ‘atreverse a saber y saber atreverse…’.


DICHO QUEDA EN EL ÁGORA

  • Es apremiante inventar el futuro, es nuestra esperanza personal y colectiva
  • Sin la especie humana, el universo sería una formidable existencia desapercibida
  • Los seres humanos, somos los “ojos del universo”
  • Que el futuro alcance la grandeza que corresponde a la creatividad humana.
  • En pocas décadas, se ha progresado enormemente en la no discriminación, en la igual dignidad
  • Sustituir la fuerza por la palabra ha sido el firme propósito de todas las organizaciones democráticas
  • Corresponde a ‘Nosotros, los pueblos…’, con una gran movilización a escala mundial, sustituir una vez la solución preconizada desde tiempo inmemorial de ‘Sí vis pacem para bellum’ por ‘Sí vis pacem para verbum’. Será la palabra la que permitirá iniciar una nueva era.
  • No hay que confundir educación con capacitación. Saber más matemáticas o lenguas, no tiene nada que ver con ser mejor educado
  • El perfecto diseño multilateral democrático fue, inmediatamente, inhabilitado por los cinco vetos otorgados a los “vencedores” de la II gran guerra.
  • Solucionara los problemas con el diálogo no es un pensamiento utópico. Es la gran solución nunca aceptada por los más poderosos
  • Será la palabra la que permitirá iniciar una nueva era.
  • Debemos ayudar a la juventud a no ser espectadores de lo que sucede, sino activos protagonistas
  • Debemos cambiar la irresponsable gobernanza actual plutocrática y supremacista por una gobernanza democrática multilateral.
  • Inspirados por los valores supremos, podremos transitar, por fin, de la fuerza a la palabra.
  • El G7 no prestó la menor atención a las sabias directrices para el nuevo siglo de la Cumbre de Río en relación con el cambio climático
  • El misterio de cada vida humana… sus capacidades distintivas… las características del universo y de la especie humana… todo lleva a perseverar en la búsqueda de explicaciones… a, cómo decía antes, ‘atreverse a saber y saber atreverse…’.

Próximamente:

Entrevista a Ángel Ibarra, Físico.
Es Doctor en Física por la Universidad Autónoma de Madrid, dirige el Consorcio IFMIF-DONES España, que dentro del Programa Europeo de Fusión, tiene como misión poner en marcha un acelerador de partículas, —que ha empezado a construirse en Granada—, para comprobar el comportamiento de materiales que los científicos consideran que podrán formar parte de los futuros reactores de fusión.