La Humanidad al habla

De la voluntad de «hacer cosas en la tierra» y provocar un cambio social. Eso es lo que movió al arquitecto Daniel Millor Vela (Alicante, 1990) a crear en 2017 el programa Asertos en «tándem» con la entidad francesa Quatorze, empresa en la que trabaja. Creó, explica el alicantino a ENCLAVE ODS, «una antena unipersonal» entre la asociación gala que promueve «arquitecturas sociales y solidarias para territorios ágiles y resilientes» y la oenegé española Arquitectura Sin Fronteras.

El arquitecto Daniel Millor, premio princesa de Girona Social, reflexiona sobre la «vulnerabilidad urbana» en un sistema —el español— «disfuncional».

Así, este alicantino se propuso, como asegura, «cambiar el mundo queriendo». Y 7 años después parece, al menos, que está camino de conseguirlo: Asertos se ha alzado con el Premio Princesa de Girona Social, un galardón que señala con el dedo, sin ningún tipo de complejo, a aquellos que tejen redes para la transformación social. Algo que, sin duda, Millor hace desde su proyecto.


Una veintena de municipios de las provincias de Zaragoza y Teruel se verán beneficiados gracias al ‘Protocolo de bonificación de la energía en el ámbito territorial de Burbáguena, Encinacorba y la región natural de Campo Romanos’, suscrito entre Forestalia y los diferentes ayuntamientos.

El acuerdo suscrito entre Forestalia y diferentes ayuntamientos de Zaragoza y Teruel  bonificarán la energía a los domicilios de los vecinos.

La bonificación permitirá alcanzar la gratuidad en el consumo eléctrico de los domicilios. El objetivo de Forestalia con estas medidas de apoyo y fomento socioeconómico es que los habitantes del medio rural sean los primeros beneficiados por el despliegue en el territorio de las energías renovables. 


Crear un círculo virtuoso que permita reducir y reutilizar residuos, al tiempo que se fomenta la solidaridad y se apoyan las causas sociales. Ése es el objetivo de RECICLOS, el Sistema de Devolución y Recompensa (SDR) que permite a los ciudadanos acumular puntos por reciclar. Más de 585.000 personas ya han recibido esas recompensas canjeables al depositar sus latas y botellas de plástico en contenedores especialmente equipados. Así los ciudadanos que utilizan este sistema pueden ayudar a colectivos vulnerables, proteger el medio ambiente o simplemente participar en sorteos con un gesto tan sencillo como reciclar.

RECICLOS, el Sistema de Devolución y Recompensa de Ecoembes, funciona con una aplicación móvil que da puntos al reciclar latas y botellas de plástico.

¿Podemos entonces ser optimistas?

El SDR desarrollado por Ecoembes, la organización ambiental que coordina el reciclaje en España, ha ido creciendo hasta estar presente en más de 44.000 contenedores amarillos de 152 municipios de todas las comunidades autónomas, a los que se les ha incorporado la tecnología necesaria para que el usuario pueda recibir esas recompensas cada vez que introduce sus envases. Además, más de 300 máquinas adicionales han sido instaladas en puntos de gran afluencia como estaciones de transporte, universidades, hospitales o centros comerciales, para facilitar el reciclaje también fuera del hogar.


Dos años después del inicio de la Guerra, más de 200 mil ucranianos han solicitado refugio en España.

En el pueblo de Andorra, en Teruel, conviven más de un centenar de estos desplazados. En su mayoría mujeres con niños, llegaron atraídas por el clima y por las oportunidades laborales. 

Récords de temperaturas y calentamiento, polarización, problemas en el acceso a la vivienda y aumentos de las brechas… Si se abre el periódico un día cualquiera, las noticias sobre crisis, tensiones o proyecciones negativas para el futuro, se suceden. Pero ¿se puede aprender del pasado para encaminarse a un mundo más sostenible e igualitario? Eso es lo que hace la antropóloga Kristen Ghodsee en su último libro, ‘Utopías cotidianas’ (Capitán Swing). Dos mil años de experimentos sobre formas alternativas de vida pueden enseñarnos a vivir mejor en el futuro y el presente.

La antropóloga Kristen Ghodsee analiza la historia de las utopías buscando enseñanzas sobre cómo vivir de forma más sostenible e igualitaria.

¿Podemos entonces ser optimistas?

No es una cuestión de poder, es una de necesidad. Una de las cosas a menudo incomprendidas sobre el optimismo, o sobre la esperanza, es que es una emoción y una blanda. A menudo la gente asocial optimismo con ingenuidad. La distinción que intento hacer en el libro es la de la diferencia entre esperanza y optimismo como emoción frente a como capacidad cognitiva. Es muy difícil en este día y hora con el bucle apocalíptico en el que estamos ser optimistas como estado emocional, porque estamos viviendo en un mundo lleno de crisis y que nos lleva a la pérdida de esperanza. Sin embargo, los seres humanos pueden solucionarlo. Las personas crearon este sistema económico terrible en el que vivimos, así que pueden crear uno distinto.


TexFad utiliza fibra natural de plátano, extraída de la biomasa del banano, para ecodiseñar artículos como alfombras y adornos capilares.

¿Alfombras y pelo de plátano? La idea revolucionaria con la que una ‘startup’ de Uganda aprovecha los residuos.

En TexFad, los jóvenes ugandeses amontonan los troncos de los bananeros. Y a continuación, los parten por la mitad con machetes y los introducen en una máquina hasta que se dispensan fibras larga, correosas y húmedas. Con esa materia prima secada al sol, la startup ugandesa liderada por el ingenio de Kimani Muturi ha conseguido fabricar alfombras, manteles individuales y extensiones de pelo. 

Sí, adornos capilares. Muturi identificó un grave problema en la industria bananera ugandesa. «Cuando miré a mi alrededor, vi que las bananas crecen en abundancia en este país… generamos muchos residuos de las huertas de plátanos«, explicó el fundador de la compañía. Los agricultores suelen quemarlos o tirarlos. Uganda tiene el mayor índice de consumo de bananos del mundo y es el primer productor africano de este cultivo.


La antropóloga Virginia Mendoza escribe en ‘La sed’ sobre la historia de la falta de agua y sus efectos, una historia que ayuda a entender a qué se enfrenta el mundo en esta era de sequía y emergencia climática.

«Quienes se bebieron su estanque no pudieron seguir donde estaban».

Durante la última COP, la ONU presentó las conclusiones de uno de sus últimos estudios sobre sequía y desertificación. Sus conclusiones insistían en que el planeta se enfrentaba a una emergencia «sin precedentes», en la que cada vez hay menos agua. En un mundo en el que el agua es un bien cada vez más escaso —y más preciado— la sed se ha convertido en un problema importante. Uno que, a pesar de un contexto como el actual que lo agrava, no es nuevo. La antropóloga Virginia Mendoza lo aborda en ‘La sed’, que acaba de publicar Debate, un viaje que parte de La Mancha y recorre el mundo —y su historia— buscando los ecos de la falta de agua.


Con una pertinaz y notable sequía, cada gota de agua cuenta. Uno de los lugares donde buscarlas es dentro de la niebla, nubes de gotas minúsculas en suspensión que podrían dar una segunda oportunidad a los entornos más degradados o secos del mediterráneo. Ésta ha sido la premisa que ha movido el proyecto LIFE Nieblas, cofinanciado por la Unión Europea, durante los últimos cuatro años y que ha permitido desarrollar tres sistemas innovadores para captar agua de la niebla de manera más barata, eficiente y modular, un agua útil para reforestar o para regar los lugares más complicados..

Sistemas de captación de agua de niebla: inspirados en la naturaleza.

Después de años de investigación y pruebas en las Islas Canarias, sus principales socios, el CREAF, GESPLAN, ICIA, ITC y el Cabildo de Gran Canaria presentan ahora parte de sus resultados en la Fundación Universitaria del Bages de Manresa en una jornada que tiene por objetivo empezar a multiplicar el uso de estos sistemas en toda la Península.


Nacido en un municipio al oeste de São Paulo y afincado actualmente en Londres, capital de las cabinas rojas, Henrique Oliveira (Ourinhos, 1973) cumple desde su estudio con el oficio de ser algo parecido a un escultor de la naturaleza. Su proyección internacional es reseñable: ya en 2013 expuso en el Palais de Tokyo francés con la instalación Baitagogo, una serie de enredos retorcidos de ramas que parecían crecer de las vigas del museo. Este año, adelanta, es su primero en ARCO.

Creador de megainstalaciones en las que naturaleza, reciclaje e innovación coexisten, el brasileño conversa con este periódico durante su visita a ARCO.

Oliveira viaja con sus bosques cada vez que visita una feria. Se mimetiza bien con estos ambientes, casi tanto como lo hace con la calle: buena parte obra se basa en intervenciones en el espacio público. Quizá la más conocida sea la que hizo en la Bienal de Porto Alegre en 2009. «Integré mis esculturas en las antiguas paredes de una casa», recuerda, con árboles que parecían apoderarse de la fachada, como en una defensa irónica de la liberación de la naturaleza del control humano. 


Madrid, 9 mar (EFE).- Un grupo de madres del movimiento La Rebelión de las Madres se han concentrado hoy con sus hijos frente a la plaza del Museo Reina Sofía de Madrid para visibilizar su «vulnerabilidad» frente al cambio climático, y exigir al Gobierno una acción contundente en esta materia.

Un grupo de madres del movimiento La Rebelión de las Madres se han concentrado hoy con sus hijos frente a la plaza del Museo Reina Sofía de Madrid.

El movimiento La Rebelión de las Madres por la Justicia Climática comenzó en 2022 en Suecia y hoy día está presente en 30 países del mundo para denunciar que, siendo quienes menos han contribuido a la crisis climática, mujeres y niños son los más perjudicados por sus impactos.