La naturaleza es un compendio de miles de millones de años de sabiduría acumulada. ¿La lección primordial? «Nada se desperdicia. Todo contribuye a un flujo incesante. Los recursos se optimizan al máximo y no existe eso que los humanos llamamos residuos».
Mucho ha llovido desde que Janine Benyus acuñara hace 20 años el concepto de «biomímesis». La tecnología lleva en realidad siglos imitando a la naturaleza, desde los diseños de Leonardo al sueño alado de los hermanos Wright. «Pero por alguna razón, la ciencia ha puesto siempre el énfasis en dominar la naturaleza en vez de aprender de ella», recalca Benyus.
Células solares que aspiran a emular la fotosíntesis de las hojas o paneles de aislamiento que reproducen el hexágono de las colmenas.
La última vuelta de tuerca en ese afán por «dominar» la naturaleza es en su opinión la «biotecnología»… «En contraste, la ‘biomímesis’ propone en un primer nivel imitar la forma, en un segundo nivel replicar el proceso natural y en tercera instancia recrear el funcionamiento de un ecosistema».
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