Cuando aprieta el calor, uno de los lugares más deseados son las piscinas. Las tenemos ultrapresentes entre las referencias colectivas: es ese espacio lleno de agua fresca y refrescante en el que podremos pasar la tarde, el antídoto ante la escalada de temperaturas sobre todo cuando el mar queda lejos.
Las grandes reinas del verano han, tradicionalmente, consumido mucha energía y mucha agua.
Pero, a medida que aumenta nuestra sensibilidad ante los usos del agua y de las sustancias químicas, también aparecen unas cuantas cuestiones sobre las piscinas y su consumo de recursos. ¿Tendremos que sacrificar en algún momento uno de los elementos favoritos del verano para ser más respetuosos con el medio ambiente? ¿O pueden ser las piscinas sostenibles?
45 Me gusta