Europa se halla inmersa en una carrera de fondo para descarbonizar su economía y garantizar su seguridad energética, sobre todo tras la perturbación masiva que provocó Rusia en los mercados energéticos al invadir Ucrania. La apuesta por las fuentes renovables es clara, pero no basta con generar energía: hay que hacerla llegar al usuario, lo que requiere una inversión ingente en las redes eléctricas, para expandir su capacidad, adaptarlas a las nuevas fuentes de energía y completar su digitalización. Sin renovar las redes, buena parte de las inversiones en renovables permanecerían desaprovechadas.
España está tirando electricidad renovable por valor de 1.300 millones de euros.
Gran parte de las infraestructuras de redes planificaron hace décadas, cuando la naturaleza de nuestro sistema energético era muy diferente y la penetración de las energías renovables era muy baja. En aquel entonces, el sistema dependía de enormes centrales eléctricas centralizadas que suministraban cientos de megavatios, canalizándose esa energía por las redes de transmisión y distribución hasta llegar al usuario final. En la actualidad, con la expansión de las tecnologías renovables, la generación se ha dispersado. Las redes necesitan transportar electricidad desde un gran número de generadores que se encuentra disperso por el territorio y tienen una escala mucho menor.
43 Me gusta