Hace frío y te maldices por no haber cogido la chaqueta que tuviste en la mano. Tenías prisa, así que saliste sin más, repasando los detalles de la presentación que tendrás que pronunciar en menos de una hora. Ya sientes las mariposas en el estómago.
Nuestro fascinante cerebro sólo tiene un problema. Todavía no conocemos muy bien cómo funciona.
El olor de la pastelería que está junto a la parada del bus te lleva por un momento a aquel viaje a París. ¿Cuánto hace ya? ¿Tres años? Los nervios, o la nostalgia, te dan una punzada. Parece que el 46 se retrasa. Será mejor coger el metro. Una carrerita, como en los tiempos del instituto, y listo.
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