Vivimos en una era de transición, un interregno, como lo llama el sociólogo Zygmut Bauman. Este concepto describe un período en el que las viejas formas de organización social, política y económica están desmoronándose, mientras que las nuevas aún no han sido completamente establecidas.
Frente a esta realidad tan cruda, existen tres maneras de confrontarla: negarla, quedarse paralizado o enfrentarla de forma constructiva.
En este estado de incertidumbre nos encontramos navegando un terreno desconocido donde las certezas del pasado ya no aplican y el futuro es, en gran medida, indescifrable. Navegamos en un contexto de modernidad líquida, donde todo se encuentra en un constante flujo y cambio, obligándonos a adaptarnos rápidamente a nuevas realidades y desafíos.
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