cesar

Hoy, la Tierra se enfrenta a una triple crisis planetaria. La buena noticia es que desde la ONU se está haciendo mucho, si bien requiere todavía de un mayor esfuerzo y concienciación por parte de la sociedad global.

Si a los altos niveles en la atmósfera de CO2, la sobrepesca, la deforestación y otros abusos del ser humano no se les pone fin, podrían llegar a exterminarse hábitats completos.

De estos tres problemas, el más preocupante de todos es el relacionado con el cambio climático, y es que el uso normalizado de la energía no renovable en la industria, el transporte, los edificios o la agricultura, por ejemplo, son las principales causas de liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Las consecuencias de esta situación ya se manifiestan hoy en día con el del aumento de la intensidad y la gravedad de las sequías, los incendios forestales o la preocupante subida del nivel del mar.


La unión en lo esencial es la fuerza de la Humanidad

Al comienzo de un curso nuevo es inevitable preguntar a qué desafíos tendremos que enfrentarnos y cómo podremos hacerlo, sobre todo cuando las perspectivas no son halagüeñas, como es el caso. La inflación, el aumento del paro, la persistencia de la pobreza y el hambre en el mundo, la guerra de Ucrania, provocada por Putin, o la crisis climática, nos exigen llevar en las alforjas para responder a estos retos con altura humana al menos dos provisiones éticas imprescindibles: amistad cívica y amplitud de miras cosmopolita. Desgraciadamente, no damos muestras de habernos pertrechado de ninguna de ellas.

Al parecer no importan los hechos ni las palabras, sino sólo la etiqueta con que se presenta al sujeto. 

La amistad cívica es la virtud que une a los ciudadanos de una sociedad pluralista cuando se percatan de que han de cooperar para alcanzar juntos unas metas que es de justicia proponerse. Aunque distintos grupos persigan proyectos diferentes de felicidad, bregar codo a codo por encarnar valores como la libertad, la justicia, la solidaridad o el respeto mutuo es buena muestra de que no somos un agregado de individuos sin orden ni concierto, un conjunto de “yoes” unidos por casualidad, sino un “nosotros” dispuesto a impedir que alguien quede excluido, porque eso es injusto.


Matthew Cobb (Woolverstone, Reino Unido, 66 años) es zoólogo. Como hacen muchos otros científicos, trata de hacer abarcables problemas que no lo son dividiéndolos o buscando otros análogos, pero más asequibles. Este profesor de la Universidad de Mánchester estudia el sentido del olfato de gusanos que tienen 21 células en su nariz, para tratar de entender lo que pasa en la nuestra, que tiene cuatro millones.

El científico británico reflexiona sobre lo poco que sabemos del cerebro humano y explica cómo las neuronas del estómago de la langosta pueden ayudar a comprender nuestra mente.

Hace unos días impartió en Madrid, en la Universidad Autónoma, la VIII Conferencia Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno hablando de La idea del cerebro, un título que coincide con el de su último libro. En él, habla del pasado de la neurociencia, de los avances de las últimas décadas y de lo poco que sabemos sobre el órgano donde reside nuestra consciencia. Cobb, que también ha publicado un libro sobre la carrera para descifrar el código genético, pone aquella epopeya como ejemplo de la capacidad humana para enfrentarse con éxito a grandes enigmas haciendo las preguntas adecuadas y desarrollando las tecnologías necesarias.


Conocerlas las renovables para comprenderlas.

«Toda negociación comienza con un no». Esta es una de las máximas que todo el mundo conoce a la hora de realizar una transacción, llegar a un acuerdo o pactar un trato. Dos posiciones enfrentadas que con el paso del tiempo «es fascinante ver cómo evolucionan las posturas», asegura Jaume Moya, portavoz del Proyecto Eudemon. Este abogado y activista social está acostumbrado a recibir negativas a la hora de llamar a puertas, pero le gusta que se generen conflictos, porque, dice, «nacen soluciones»

El despliegue de las renovables ya no se ha de negociar ni discutir en los despachos consistoriales, sino en la calle.

En los últimos años, las desavenencias relacionadas con las energías renovables han cobrado protagonismo. Las seis palabras que Ricardo Sorogoyen, director de cine, pronunció sobre el escenario de los Goya 2023 aún resuenan: «Energía eólica sí, pero no así». A pesar de que «la gente cada vez es más consciente de la necesidad de la transición energética para frenar el cambio climático», señala Moya.


ÁNGEL IBARRA, Físico

“El desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata”

“Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable”

“Existe un riesgo real de que la humanidad sufra un colapso energético, pero la historia nos indica que siempre hemos encontrado soluciones tecnológicas para afrontar grandes retos.


JUAN ENRIQUE GÓMEZ

Sobre él recae una gran parte del peso de uno de los retos más importantes que tiene la humanidad para sobrevivir en los próximos siglos. Encontrar una fuente de energía suficientemente segura, barata y casi inagotable, que permita el desarrollo de una sociedad con una clara y creciente dependencia tecnológica. Ángel Ibarra es doctor en Física por la Universidad Autónoma de Madrid, dirige el Consorcio IFMIF-DONES España, que dentro del Programa Europeo de Fusión, tiene como misión poner en marcha un acelerador de partículas, —que ha empezado a construirse en Granada­—, para comprobar el comportamiento de materiales que los científicos consideran que podrán formar parte de los futuros reactores de fusión, y decidir cuáles de ellos nos garantizarán la estabilidad y funcionamiento de un sistema que pretende, nada más y nada menos, que emular el nacimiento de las estrellas, un proceso en el que se libera una enorme cantidad de energía que podemos aprovechar para la generación de electricidad, todo ello a partir de la fusión de pequeños átomos que encontramos en elementos tan comunes, abundantes y renovables, como el hidrógeno del agua.

Cree que existe una componente filosófica en la física muy grande. “Hay aspectos de la física que tienen mucha incidencia en la forma de pensar de la gente, influye en la humanidad y en el concepto de planeta y universo”.

Ángel Ibarra, tras más de cuatro décadas dedicado a la investigación energética y a la energía de fusión como base, cree que la humanidad tiene que conjugar el uso de diversas fuentes energéticas sostenibles para cubrir sus crecientes necesidades, pero no comparte las ideas que indican que la sociedad ha de ir hacia atrás y renunciar a ciertos desarrollos para no incrementar su consumo energético. Se escandaliza cuando algunos colectivos piden que no viajes en avión y lo hacen a través de las redes sociales, cuando internet y sus miles de centros de datos repartidos por el mundo, es uno de los mayores consumidores de electricidad del planeta.

Como científico no entiende que, en un momento en el que tenemos grandes carencias energéticas, se cierren centrales nucleares que funcionan con seguridad, y apuesta por el uso combinado de fuentes energéticas, mientras advierte que las renovables necesitan ser complementadas con otras tan denostadas como las de fuel o carbón, ya que se pueden apagar y encender a nuestra voluntad.

—Fusión y fisión… dos formas de obtener energía nuclear. ¿En qué se diferencian?

—La fisión es romper los átomos y, al partirlos, se genera energía, la fusión es pegar los átomos y al unirlos se produce energía, pero no los mismos átomos, en la fisión se dividen átomos grandes en otros más pequeños, y en la fusión se utilizan otros más ligeros, de reducido tamaño, para ir uniéndolos y conseguir átomos más grandes. Si miras los que hay en la naturaleza, los más estables, los que cuesta más romper o deshacer, son los del hierro, pero cualquiera que sea mucho más grande que eso se puede romper para irlos reduciendo y al revés, átomos chicos se pueden pegar para llegar a ser como los del hierro. Es el mecanismo que utiliza la naturaleza para crear las estrellas y los planetas.  El gas inicial en el universo es una mezcla de átomos de hidrógeno que, con el tiempo, generan otros más pesados, entre ellos los del hierro y otros elementos que son es con los que se forman los planetas.

—¿Es posible que el hombre emule a las estrellas?

—Naturalmente que sí. Durante toda la historia de la humanidad lo que hemos intentado hacer es emular, e incluso mejorar, lo que encontramos en la naturaleza. Ahora hablamos de imitar a las estrellas, pero hace 12.000 años, cuando se inició la agricultura, lo que hacíamos era imitar lo que hacían las plantas a nuestro alrededor para conseguir que crecieran las que nosotros queríamos. La comparación con las estrellas podría parecer exagerada, pero desde un punto de vista histórico y de importancia para la humanidad no sé qué es más importante, dominar la agricultura o la energía del sol. Para nosotros sí, pero imaginemos lo que era para el hombre del neolítico no tener que depender de encontrar bayas con las que comer y poder generar y disponer de comida de forma más fácil y continuada. Era un cambio absolutamente radical. Para ellos era tan extraordinario como puede ser, para nosotros, emular a las estrellas

—¿Se podría decir que estamos más cerca de formar parte del olimpo de los dioses, e incluso de cambiar las claves por las que se rige el planeta?

—Eso son palabras mayores. No creo que tengamos muy claro las claves por las que se rige el planeta, ni mucho menos. La naturaleza no depende de un único parámetro y puede ser muy inestable, le afectan muchas cosas, que a su vez están condicionadas por muchas otras,  y no creo que tengamos un entendimiento preciso de esos parámetros como para ser capaces de pensar que los controlamos. Realmente sí tenemos control sobre algunas cuestiones, pero aunque nuestra tecnología es muy potente, nos queda mucho que aprender todavía.

—Lo vemos con los efectos del cambio climático. —El problema de las alteraciones climáticas es un ejemplo claro de esa complejidad. Independientemente de los efectos que ya estamos viendo, el principal riesgo en el cambio climático es que nos salgamos de una situación de equilibrio y cuando esto ocurre, en un fenómeno multiparamétrico, la siguiente situación de equilibrio que encontremos no tiene por qué ser la misma, e incluso podría ser completamente distinta. No tenemos ni idea de a dónde vamos o hacia dónde podemos ir.

—Como responsable del proyecto del acelerador de partículas de Granada, clave para la futura energía de fusión, sobre usted recae el peso de una parte muy significativa del futuro energético de la humanidad ¿Cómo se sobrelleva esta responsabilidad?

—No he pensado demasiado en eso. Siempre he creído que el desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata y, de hecho, mirando a la historia, los desarrollos humanos más significativos han estado claramente relacionados con la disponibilidad de una nueva forma de energía o de una mejor forma de explotarla. El futuro que nos espera depende de tener esa energía asequible, y la forma en la que estamos generando energía en la actualidad es claramente insostenible, no lo digo solo por el efecto en el clima, sino porque estamos utilizando recursos finitos. Los métodos de producción tienen que cambiar radicalmente y, si queremos progresar, tenemos que producir mucha más energía que la que ahora generamos. No me gusta plantear fechas, sino que dentro de unas cuantas décadas tendremos que ser capaces de producir más energía que ahora y mediante métodos que no se usan en la actualidad o se utilizan muy poco. Es verdad que empleamos algunos sistemas como la fotovoltaica y renovables en general, pero el porcentaje global de lo que generamos en el mundo es muy pequeño. Dentro de cien o doscientos años tenemos que ser capaces de producir tres o cuatro veces más que ahora utilizando métodos radicalmente distintos a los de ahora. Ahora no tenemos claro cuáles serán esos métodos. Estamos en una encrucijada… Nunca es bueno fiarse de una única fórmula y conviene tener disponibles diversas opciones. Siempre he pensado que la fusión, junto a fotovoltaica y renovables en general tienen que ir juntas, y no hay mucho más que pueda ser relevante. 

—¿Cree que deberíamos parar, intentar reducir nuestras necesidades energéticas?

—A pesar de que hay gente que piensa que debemos ir hacia un decrecimiento, se ha demostrado históricamente que el desarrollo y el bienestar humano está directamente relacionado con el consumo de energía. Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos consumista, menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable, porque los que son viajeros, consumistas y vivimos por encima de ciertos niveles somos pocos, Estados Unidos, Europa y poco más, y otros como China, África, India y países menos desarrollados, tienen que aumentar mucho sus necesidades energéticas para ser como nosotros.

—¿Se puede explicar de forma sencilla qué es el proyecto del acelerador de partículas?

—Es una herramienta que hemos diseñado para simular el entorno que habría en un reactor de fusión y comprobar cómo se comportan algunos de los componentes y materiales que queremos utilizar dentro de un futuro reactor de fusión, no es nada más que eso. En lugar de construir un reactor de fusión, que todavía no sabemos cómo hacerlo y costaría mucho dinero, hemos diseñado un sistema, más barato, que nos permite constatar el funcionamiento de un reactor a escala pequeñita. Pretendemos hacer experimentos de forma que entendamos lo que podría ocurrir en un futuro reactor. Podríamos construir cinco reactores y ver si alguno de ellos funciona, pero esa manera no tiene lógica y si lo quieres hacer con metodología, la simulación en el acelerador es esencial en el camino del desarrollo de esta tecnología.

—Si en España conseguimos dar con los materiales que favorecerán la generación de energía de fusión de forma más sencilla y segura… Estamos ante un verdadero hito histórico y científico…

—Creo que sí, es un hito y es relevante en dos aspectos diferentes. Nos va a permitir explorar un área de la ciencia, los materiales, mediante una herramienta que no se ha construido nunca, un área nueva del conocimiento. Por otra parte, la tecnología que nos permite construirlo también es nueva, estamos explorando un área nueva en la tecnología de aceleradores, de forma que si el proyecto funciona razonablemente bien, las siguientes generaciones de aceleradores y experimentos que se basen en ellos aprenderán de lo que desarrollemos nosotros y se harán cosas que ahora no se pueden hacer… Estamos explorando territorios desconocidos.

¿Es la fusión la energía del futuro?

—Esa es mi apuesta. Creo que puede ser una de las energías del futuro. No me gusta decir que vamos a utilizar una única fuente de energía, eso no tiene lógica, tenemos que usar varias en paralelo, pero la fusión puede ser una de las más importantes en el futuro.

—¿El problema, por el momento, está en conseguir que la energía producida para la fusión sea mayor que la que has consumido?

—Sí, conseguir una reacción de fusión es muy fácil, solo necesitas un átomo de tritio y otro de deuterio y que choquen entre sí, se puede hacer en cualquier laboratorio, lo que es muy difícil es producir muchas reacciones de fusión a la vez y que la energía que necesitas para hacerlo sea menor que la que produces. En algunos experimentos en Estados Unidos e Inglaterra se ha conseguido de forma inicial, pero no se tienen en cuenta el gasto energético de los sistemas que hay alrededor del experimento y que son fundamentales para que haya funcionado, aún no hemos conseguido que la energía que sale sea mayor que la que hemos necesitado para producirla.

—Y los plazos ¿tenemos que pensar en decenas de años?

—El problema de estos proyectos es que son relativamente caros, la velocidad a la que puedes desarrollar las cosas depende de la cantidad de dinero que tienes. Si puedes lanzar varios proyectos en paralelo puedes avanzar más rápidamente. Con el nivel de financiación que hay ahora se espera que el desarrollo de la fusión, con el proyecto ITER en Francia, IFMIF-DONES en España con el estudio de materiales, y un DEMO, que podrá generar electricidad. Ese reactor de demostración podría construirse en los años cuarenta de este siglo y podría funcionar en los cincuenta razonablemente, pero eso no significa nada. Es demostrar que la tecnología funciona, pero no sería significativo en el mercado eléctrico. Para conseguir un 10% de las necesidades del mercado supondría haber construido varios cientos de reactores de fusión, no uno de demostración. Para hacerlo necesitamos varias generaciones. Después de este DEMO habrá dos o tres primeros reactores, otros diez o veinte y más tarde, cincuenta o sesenta, y llegar a un 10% del mercado, falta mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo llevamos instalando placas fotovoltaicas en el mundo? Medio siglo y no llegamos al 5% del mercado mundial, la energía de fisión no llega al 15% a pesar de llevar más de cincuenta años. Convertir la fusión en una fuente de energía significativa para la humanidad llevará tiempo.

—Las necesidades energéticas en el mundo son muy diferentes, unos territorios tienen mayores necesidades que otros

—Los consumidores somos muy diferentes, no es igual una fábrica de coches que el consumo en una casa o la red de iluminación de una ciudad. La forma de alimentar esas necesidades es mediante fuentes de energía de base, que con las que de forma constante están generando las necesidades básicas, pero además debemos tener otras fuentes que podemos encender y apagar cuando lo necesitemos de forma puntual. Hasta ahora ha funcionado razonablemente bien, con la nuclear como energía de base y otras como las del gas, fuel o carbón, que son fáciles de encender o apagar. Hemos añadido recientemente la solar y eólica, que son variables, pero tienes que seguir teniendo fuentes que puedas encender y apagar.

—¿Es coherente, entonces, seguir utilizando fuentes como las centrales de fuel o carbón para momentos de mayor necesidad energética?

—Es necesario y, en este momento, no hay alternativa. Quizás las de carbón sean las menos recomendables, pero se están usando las de gas. Cada vez que instalas un parque fotovoltaico o eólico, tienes que reservar una determinada capacidad en una central de gas para cuando no lo hacen las placas o el viento. Estas fuentes de energía están directamente relacionadas.

—¿Es positivo seguir en la línea del autoconsumo. Debemos continuar instalando placas en los tejados?

—Es bueno, para el consumidor está bien, pero me preocupa que para crear los paneles solares y aerogeneradores se necesita una gran energía para su producción, y no quiero pensar en lo que ocurrirá cuando haya que reciclar todas esas instalaciones se necesitará una cantidad ingente de energía. No estoy seguro de que sea lo mejor desde el punto de vista de eficiencia. Nos viene muy bien como consumidores, pero pensando en el futuro, me preocupa.

—¿Deberíamos cambiar nuestros hábitos de consumo para conseguir una sociedad que ahorre energía?

— Yo creo que es bueno que seamos conscientes de las consecuencias de lo que hacemos, de forma que cuando coges un avión o el coche y haces 500 kilómetros tu solo en lugar de tomar un autobús, hay que ser consciente de lo que hacemos. Pero lo que creo es que aunque nos moderemos un poco, al final, el bienestar humano está correlacionado con la energía.

—¿Es cierto que las tecnologías de la información, el uso de internet, las redes sociales, el comercio y el ocio on-line, son grandes consumidores de energía?

—Sí. Es un ejemplo que pongo siempre aunque sea algo muy evidente. Uno de los mayores consumidores de electricidad del mundo es internet. Lo primero que tendríamos que hacer si queremos aplicar la filosofía de volver a una sociedad menos consumista sería cortar internet. Me preocupa y me produce indignación que se estén almacenando los ‘memes’ que vienen por Whatsapp en centros de datos en el mundo. Tenemos que pensar que lo que tenemos en el móvil ocupa sitio en muchos centros de datos distribuidos por ahí. Los centros de datos son unos consumidores de energía salvajes, de forma que la energía que estamos desperdiciando en guardar jilipolleces, con perdón, es bestial. Es que el 95% del uso que hacemos de la red es ocio y no tenemos ningún control sobre ello. Es una auténtica barbaridad la energía que se gasta para cosas que no son ni útiles ni necesarias. Cuando algunas personas defienden que no viajemos en avión y cojamos el tren, no nos dicen que lo primero que tendríamos que hacer es no utilizar las redes sociales para decir eso. Evidentemente exagero un poco, pero hay que ser consciente de esta cuestión. Estamos haciendo un mal uso de herramientas maravillosas y útiles.

—¿Cerrar y desmantelar las actuales centrales nucleares es coherente, o lo ideal sería utilizarlas a la vez que otras fuentes de energía?

—Aquí hay dos aspectos diferentes a tener en cuenta. Una es abrir nuevas centrales y otra cerrar las que están funcionando en este momento. Desde un punto de vista meramente económico, cerrar las actuales es un error. Mientras sean seguras y en España hay métodos de control suficientemente avanzados para pensar que son razonablemente seguras, es un error, porque están construidas y pagadas, solo gastan combustible y el coste producción es relativamente bajo. Cada central que cerramos tendríamos que sustituirlas por otras nuevas, sean de fuel, fotovoltaicas o lo que sea. Yo mantendría las centrales que hay en España al menos unos cuantos años más hasta que la investigación vaya avanzando. El ejemplo es lo que ha hecho Alemania. Allí se cerraron todas sus centrales y la consecuencia ha sido que ahora son los mayores consumidores de carbón de Europa, con la gran emisión de CO2 que supone, son los mayores emisores de Europa. Construir nuevas centrales es más complicado.  Depende de las necesidades de cada país. Inglaterra está construyendo, como Finlandia, Francia quiere hacerlo, Dinamarca debate sobre si hacerlo o no, pero yo soy un poco crítico en el sentido de que la generación actual de centrales nucleares, que se basan en uranio 235, tienen un tiempo de vida relativamente limitado. Hay uranio suficiente, pero es limitado. La forma en la que se está gastando el uranio no es la mejor, se quema poco uranio. Si quisiéramos utilizarla como fuente de energía habría que utilizar reactores de cuarta generación, más rápidos, pero también más complicados y no veo que se esté progresando. No lo tengo tan claro para los nuevos reactores, pero para los que ya están, se deben mantener.

—¿Camina la humanidad hacia el colapso energético, incluso a medio plazo?

—Tenemos un riesgo de colapso energético, pero soy optimista. Mirando la historia, la humanidad ha encontrado siempre soluciones tecnológicas que le han permitido solucionar los grandes retos. Recuerdo las famosas predicciones sobre alimentación y hambruna mundial que hacia Malthus en el siglo XIX eran catastróficas. No había capacidad para generar el alimento que necesitábamos. Eso ha cambiado radicalmente, no porque Malthus se equivocase, sino porque la humanidad consiguió un desarrollo tecnológico que ha permitido pasar de sacar 50 kilos por hectárea a conseguir 5.000. Será criticable o no, pero la eficiencia para producir comida ha variado de forma muy considerable en 200 años. En el tema energético pasará lo mismo, tiene que producirse una disrupción tecnológica, que se está realizando ya con la fotovoltaica y eólica, y el futuro de la fusión y otras fuentes energéticas nos permitirán conseguir energía suficiente y barata en el futuro. Si no es así el colapso energético es uno de los riesgos a medio y largo plazo.

POSIBLES FRASES Y SUMARIOS

La fisión es romper los átomos y, al partirlos, se genera energía, la fusión es pegar los átomos, que al unirlos se produce y energía

Imitamos el mecanismo que utiliza la naturaleza para crear las estrellas y los planetas

Durante toda la historia de la humanidad hemos intentado imitar, e incluso mejorar, lo que encontramos en la naturaleza

Hace 12.000 años el hombre reprodujo el crecimiento de las plantas y creó la agricultura, un paso tan grande como recrear lo que ocurre en el sol

Nos queda mucho que aprender para entender las claves que rigen el planeta

El principal riesgo en el cambio climático es que nos salgamos de una situación de equilibrio

El desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata

La forma en la que estamos generando energía en la actualidad es claramente insostenible

Dentro de cien o doscientos años tenemos que ser capaces de producir tres o cuatro veces más que ahora utilizando métodos radicalmente distintos a los de ahora

Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos consumista, menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable

Que en España consigamos dar con los materiales que facilitarán la energía de fusión de forma sencilla y segura, es un hito histórico para la ciencia y la sociedad

Mi apuesta es que la fusión sea una de las energías del futuro

En el futuro tenemos que utilizar diferentes fuentes energéticas en paralelo y la energía de fusión será de las más importantes

Necesitamos varias generaciones para llegar a construir un centenar de reactores de fusión que produzcan un 10% de la energía que necesitamos

Es necesario, y no hay alternativa, seguir utilizando centrales de fuel y carbón para necesidades puntuales

Me preocupa la cantidad de energía que necesitamos para la producción de placas solares y aerogeneradores y no quiero pensar lo que ocurrirá cuando tengamos que reciclar los equipos obsoletos

El bienestar humano está correlacionado con la energía, por lo que tenemos que ser conscientes de lo que consumimos

Uno de los mayores consumidores de electricidad del mundo es internet

Es una auténtica barbaridad la energía que se gasta para cosas que no son ni útiles ni necesarias. Estamos haciendo un mal uso de herramientas maravillosas y útiles.

Creo que es un error cerrar centrales nucleares mientras sean seguras y en España hay métodos de control suficientes para elloEn Alemania se cerraron sus centrales nucleares y ahora son los mayores consumidores de carbón de Europa

ÁNGEL IBARRA, Físico

“El desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata”

“Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable”

“Existe un riesgo real de que la humanidad sufra un colapso energético, pero la historia nos indica que siempre hemos encontrado soluciones tecnológicas para afrontar grandes retos.


JUAN ENRIQUE GÓMEZ

Sobre él recae una gran parte del peso de uno de los retos más importantes que tiene la humanidad para sobrevivir en los próximos siglos. Encontrar una fuente de energía suficientemente segura, barata y casi inagotable, que permita el desarrollo de una sociedad con una clara y creciente dependencia tecnológica. Ángel Ibarra es doctor en Física por la Universidad Autónoma de Madrid, dirige el Consorcio IFMIF-DONES España, que dentro del Programa Europeo de Fusión, tiene como misión poner en marcha un acelerador de partículas, —que ha empezado a construirse en Granada­—, para comprobar el comportamiento de materiales que los científicos consideran que podrán formar parte de los futuros reactores de fusión, y decidir cuáles de ellos nos garantizarán la estabilidad y funcionamiento de un sistema que pretende, nada más y nada menos, que emular el nacimiento de las estrellas, un proceso en el que se libera una enorme cantidad de energía que podemos aprovechar para la generación de electricidad, todo ello a partir de la fusión de pequeños átomos que encontramos en elementos tan comunes, abundantes y renovables, como el hidrógeno del agua.

Cree que existe una componente filosófica en la física muy grande. “Hay aspectos de la física que tienen mucha incidencia en la forma de pensar de la gente, influye en la humanidad y en el concepto de planeta y universo”.

Ángel Ibarra, tras más de cuatro décadas dedicado a la investigación energética y a la energía de fusión como base, cree que la humanidad tiene que conjugar el uso de diversas fuentes energéticas sostenibles para cubrir sus crecientes necesidades, pero no comparte las ideas que indican que la sociedad ha de ir hacia atrás y renunciar a ciertos desarrollos para no incrementar su consumo energético. Se escandaliza cuando algunos colectivos piden que no viajes en avión y lo hacen a través de las redes sociales, cuando internet y sus miles de centros de datos repartidos por el mundo, es uno de los mayores consumidores de electricidad del planeta.

Como científico no entiende que, en un momento en el que tenemos grandes carencias energéticas, se cierren centrales nucleares que funcionan con seguridad, y apuesta por el uso combinado de fuentes energéticas, mientras advierte que las renovables necesitan ser complementadas con otras tan denostadas como las de fuel o carbón, ya que se pueden apagar y encender a nuestra voluntad.

—Fusión y fisión… dos formas de obtener energía nuclear. ¿En qué se diferencian?

—La fisión es romper los átomos y, al partirlos, se genera energía, la fusión es pegar los átomos y al unirlos se produce energía, pero no los mismos átomos, en la fisión se dividen átomos grandes en otros más pequeños, y en la fusión se utilizan otros más ligeros, de reducido tamaño, para ir uniéndolos y conseguir átomos más grandes. Si miras los que hay en la naturaleza, los más estables, los que cuesta más romper o deshacer, son los del hierro, pero cualquiera que sea mucho más grande que eso se puede romper para irlos reduciendo y al revés, átomos chicos se pueden pegar para llegar a ser como los del hierro. Es el mecanismo que utiliza la naturaleza para crear las estrellas y los planetas.  El gas inicial en el universo es una mezcla de átomos de hidrógeno que, con el tiempo, generan otros más pesados, entre ellos los del hierro y otros elementos que son es con los que se forman los planetas.

—¿Es posible que el hombre emule a las estrellas?

—Naturalmente que sí. Durante toda la historia de la humanidad lo que hemos intentado hacer es emular, e incluso mejorar, lo que encontramos en la naturaleza. Ahora hablamos de imitar a las estrellas, pero hace 12.000 años, cuando se inició la agricultura, lo que hacíamos era imitar lo que hacían las plantas a nuestro alrededor para conseguir que crecieran las que nosotros queríamos. La comparación con las estrellas podría parecer exagerada, pero desde un punto de vista histórico y de importancia para la humanidad no sé qué es más importante, dominar la agricultura o la energía del sol. Para nosotros sí, pero imaginemos lo que era para el hombre del neolítico no tener que depender de encontrar bayas con las que comer y poder generar y disponer de comida de forma más fácil y continuada. Era un cambio absolutamente radical. Para ellos era tan extraordinario como puede ser, para nosotros, emular a las estrellas

—¿Se podría decir que estamos más cerca de formar parte del olimpo de los dioses, e incluso de cambiar las claves por las que se rige el planeta?

—Eso son palabras mayores. No creo que tengamos muy claro las claves por las que se rige el planeta, ni mucho menos. La naturaleza no depende de un único parámetro y puede ser muy inestable, le afectan muchas cosas, que a su vez están condicionadas por muchas otras,  y no creo que tengamos un entendimiento preciso de esos parámetros como para ser capaces de pensar que los controlamos. Realmente sí tenemos control sobre algunas cuestiones, pero aunque nuestra tecnología es muy potente, nos queda mucho que aprender todavía.

—Lo vemos con los efectos del cambio climático. —El problema de las alteraciones climáticas es un ejemplo claro de esa complejidad. Independientemente de los efectos que ya estamos viendo, el principal riesgo en el cambio climático es que nos salgamos de una situación de equilibrio y cuando esto ocurre, en un fenómeno multiparamétrico, la siguiente situación de equilibrio que encontremos no tiene por qué ser la misma, e incluso podría ser completamente distinta. No tenemos ni idea de a dónde vamos o hacia dónde podemos ir.

—Como responsable del proyecto del acelerador de partículas de Granada, clave para la futura energía de fusión, sobre usted recae el peso de una parte muy significativa del futuro energético de la humanidad ¿Cómo se sobrelleva esta responsabilidad?

—No he pensado demasiado en eso. Siempre he creído que el desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata y, de hecho, mirando a la historia, los desarrollos humanos más significativos han estado claramente relacionados con la disponibilidad de una nueva forma de energía o de una mejor forma de explotarla. El futuro que nos espera depende de tener esa energía asequible, y la forma en la que estamos generando energía en la actualidad es claramente insostenible, no lo digo solo por el efecto en el clima, sino porque estamos utilizando recursos finitos. Los métodos de producción tienen que cambiar radicalmente y, si queremos progresar, tenemos que producir mucha más energía que la que ahora generamos. No me gusta plantear fechas, sino que dentro de unas cuantas décadas tendremos que ser capaces de producir más energía que ahora y mediante métodos que no se usan en la actualidad o se utilizan muy poco. Es verdad que empleamos algunos sistemas como la fotovoltaica y renovables en general, pero el porcentaje global de lo que generamos en el mundo es muy pequeño. Dentro de cien o doscientos años tenemos que ser capaces de producir tres o cuatro veces más que ahora utilizando métodos radicalmente distintos a los de ahora. Ahora no tenemos claro cuáles serán esos métodos. Estamos en una encrucijada… Nunca es bueno fiarse de una única fórmula y conviene tener disponibles diversas opciones. Siempre he pensado que la fusión, junto a fotovoltaica y renovables en general tienen que ir juntas, y no hay mucho más que pueda ser relevante. 

—¿Cree que deberíamos parar, intentar reducir nuestras necesidades energéticas?

—A pesar de que hay gente que piensa que debemos ir hacia un decrecimiento, se ha demostrado históricamente que el desarrollo y el bienestar humano está directamente relacionado con el consumo de energía. Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos consumista, menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable, porque los que son viajeros, consumistas y vivimos por encima de ciertos niveles somos pocos, Estados Unidos, Europa y poco más, y otros como China, África, India y países menos desarrollados, tienen que aumentar mucho sus necesidades energéticas para ser como nosotros.

—¿Se puede explicar de forma sencilla qué es el proyecto del acelerador de partículas?

—Es una herramienta que hemos diseñado para simular el entorno que habría en un reactor de fusión y comprobar cómo se comportan algunos de los componentes y materiales que queremos utilizar dentro de un futuro reactor de fusión, no es nada más que eso. En lugar de construir un reactor de fusión, que todavía no sabemos cómo hacerlo y costaría mucho dinero, hemos diseñado un sistema, más barato, que nos permite constatar el funcionamiento de un reactor a escala pequeñita. Pretendemos hacer experimentos de forma que entendamos lo que podría ocurrir en un futuro reactor. Podríamos construir cinco reactores y ver si alguno de ellos funciona, pero esa manera no tiene lógica y si lo quieres hacer con metodología, la simulación en el acelerador es esencial en el camino del desarrollo de esta tecnología.

—Si en España conseguimos dar con los materiales que favorecerán la generación de energía de fusión de forma más sencilla y segura… Estamos ante un verdadero hito histórico y científico…

—Creo que sí, es un hito y es relevante en dos aspectos diferentes. Nos va a permitir explorar un área de la ciencia, los materiales, mediante una herramienta que no se ha construido nunca, un área nueva del conocimiento. Por otra parte, la tecnología que nos permite construirlo también es nueva, estamos explorando un área nueva en la tecnología de aceleradores, de forma que si el proyecto funciona razonablemente bien, las siguientes generaciones de aceleradores y experimentos que se basen en ellos aprenderán de lo que desarrollemos nosotros y se harán cosas que ahora no se pueden hacer… Estamos explorando territorios desconocidos.

¿Es la fusión la energía del futuro?

—Esa es mi apuesta. Creo que puede ser una de las energías del futuro. No me gusta decir que vamos a utilizar una única fuente de energía, eso no tiene lógica, tenemos que usar varias en paralelo, pero la fusión puede ser una de las más importantes en el futuro.

—¿El problema, por el momento, está en conseguir que la energía producida para la fusión sea mayor que la que has consumido?

—Sí, conseguir una reacción de fusión es muy fácil, solo necesitas un átomo de tritio y otro de deuterio y que choquen entre sí, se puede hacer en cualquier laboratorio, lo que es muy difícil es producir muchas reacciones de fusión a la vez y que la energía que necesitas para hacerlo sea menor que la que produces. En algunos experimentos en Estados Unidos e Inglaterra se ha conseguido de forma inicial, pero no se tienen en cuenta el gasto energético de los sistemas que hay alrededor del experimento y que son fundamentales para que haya funcionado, aún no hemos conseguido que la energía que sale sea mayor que la que hemos necesitado para producirla.

—Y los plazos ¿tenemos que pensar en decenas de años?

—El problema de estos proyectos es que son relativamente caros, la velocidad a la que puedes desarrollar las cosas depende de la cantidad de dinero que tienes. Si puedes lanzar varios proyectos en paralelo puedes avanzar más rápidamente. Con el nivel de financiación que hay ahora se espera que el desarrollo de la fusión, con el proyecto ITER en Francia, IFMIF-DONES en España con el estudio de materiales, y un DEMO, que podrá generar electricidad. Ese reactor de demostración podría construirse en los años cuarenta de este siglo y podría funcionar en los cincuenta razonablemente, pero eso no significa nada. Es demostrar que la tecnología funciona, pero no sería significativo en el mercado eléctrico. Para conseguir un 10% de las necesidades del mercado supondría haber construido varios cientos de reactores de fusión, no uno de demostración. Para hacerlo necesitamos varias generaciones. Después de este DEMO habrá dos o tres primeros reactores, otros diez o veinte y más tarde, cincuenta o sesenta, y llegar a un 10% del mercado, falta mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo llevamos instalando placas fotovoltaicas en el mundo? Medio siglo y no llegamos al 5% del mercado mundial, la energía de fisión no llega al 15% a pesar de llevar más de cincuenta años. Convertir la fusión en una fuente de energía significativa para la humanidad llevará tiempo.

—Las necesidades energéticas en el mundo son muy diferentes, unos territorios tienen mayores necesidades que otros

—Los consumidores somos muy diferentes, no es igual una fábrica de coches que el consumo en una casa o la red de iluminación de una ciudad. La forma de alimentar esas necesidades es mediante fuentes de energía de base, que con las que de forma constante están generando las necesidades básicas, pero además debemos tener otras fuentes que podemos encender y apagar cuando lo necesitemos de forma puntual. Hasta ahora ha funcionado razonablemente bien, con la nuclear como energía de base y otras como las del gas, fuel o carbón, que son fáciles de encender o apagar. Hemos añadido recientemente la solar y eólica, que son variables, pero tienes que seguir teniendo fuentes que puedas encender y apagar.

—¿Es coherente, entonces, seguir utilizando fuentes como las centrales de fuel o carbón para momentos de mayor necesidad energética?

—Es necesario y, en este momento, no hay alternativa. Quizás las de carbón sean las menos recomendables, pero se están usando las de gas. Cada vez que instalas un parque fotovoltaico o eólico, tienes que reservar una determinada capacidad en una central de gas para cuando no lo hacen las placas o el viento. Estas fuentes de energía están directamente relacionadas.

—¿Es positivo seguir en la línea del autoconsumo. Debemos continuar instalando placas en los tejados?

—Es bueno, para el consumidor está bien, pero me preocupa que para crear los paneles solares y aerogeneradores se necesita una gran energía para su producción, y no quiero pensar en lo que ocurrirá cuando haya que reciclar todas esas instalaciones se necesitará una cantidad ingente de energía. No estoy seguro de que sea lo mejor desde el punto de vista de eficiencia. Nos viene muy bien como consumidores, pero pensando en el futuro, me preocupa.

—¿Deberíamos cambiar nuestros hábitos de consumo para conseguir una sociedad que ahorre energía?

— Yo creo que es bueno que seamos conscientes de las consecuencias de lo que hacemos, de forma que cuando coges un avión o el coche y haces 500 kilómetros tu solo en lugar de tomar un autobús, hay que ser consciente de lo que hacemos. Pero lo que creo es que aunque nos moderemos un poco, al final, el bienestar humano está correlacionado con la energía.

—¿Es cierto que las tecnologías de la información, el uso de internet, las redes sociales, el comercio y el ocio on-line, son grandes consumidores de energía?

—Sí. Es un ejemplo que pongo siempre aunque sea algo muy evidente. Uno de los mayores consumidores de electricidad del mundo es internet. Lo primero que tendríamos que hacer si queremos aplicar la filosofía de volver a una sociedad menos consumista sería cortar internet. Me preocupa y me produce indignación que se estén almacenando los ‘memes’ que vienen por Whatsapp en centros de datos en el mundo. Tenemos que pensar que lo que tenemos en el móvil ocupa sitio en muchos centros de datos distribuidos por ahí. Los centros de datos son unos consumidores de energía salvajes, de forma que la energía que estamos desperdiciando en guardar jilipolleces, con perdón, es bestial. Es que el 95% del uso que hacemos de la red es ocio y no tenemos ningún control sobre ello. Es una auténtica barbaridad la energía que se gasta para cosas que no son ni útiles ni necesarias. Cuando algunas personas defienden que no viajemos en avión y cojamos el tren, no nos dicen que lo primero que tendríamos que hacer es no utilizar las redes sociales para decir eso. Evidentemente exagero un poco, pero hay que ser consciente de esta cuestión. Estamos haciendo un mal uso de herramientas maravillosas y útiles.

—¿Cerrar y desmantelar las actuales centrales nucleares es coherente, o lo ideal sería utilizarlas a la vez que otras fuentes de energía?

—Aquí hay dos aspectos diferentes a tener en cuenta. Una es abrir nuevas centrales y otra cerrar las que están funcionando en este momento. Desde un punto de vista meramente económico, cerrar las actuales es un error. Mientras sean seguras y en España hay métodos de control suficientemente avanzados para pensar que son razonablemente seguras, es un error, porque están construidas y pagadas, solo gastan combustible y el coste producción es relativamente bajo. Cada central que cerramos tendríamos que sustituirlas por otras nuevas, sean de fuel, fotovoltaicas o lo que sea. Yo mantendría las centrales que hay en España al menos unos cuantos años más hasta que la investigación vaya avanzando. El ejemplo es lo que ha hecho Alemania. Allí se cerraron todas sus centrales y la consecuencia ha sido que ahora son los mayores consumidores de carbón de Europa, con la gran emisión de CO2 que supone, son los mayores emisores de Europa. Construir nuevas centrales es más complicado.  Depende de las necesidades de cada país. Inglaterra está construyendo, como Finlandia, Francia quiere hacerlo, Dinamarca debate sobre si hacerlo o no, pero yo soy un poco crítico en el sentido de que la generación actual de centrales nucleares, que se basan en uranio 235, tienen un tiempo de vida relativamente limitado. Hay uranio suficiente, pero es limitado. La forma en la que se está gastando el uranio no es la mejor, se quema poco uranio. Si quisiéramos utilizarla como fuente de energía habría que utilizar reactores de cuarta generación, más rápidos, pero también más complicados y no veo que se esté progresando. No lo tengo tan claro para los nuevos reactores, pero para los que ya están, se deben mantener.

—¿Camina la humanidad hacia el colapso energético, incluso a medio plazo?

—Tenemos un riesgo de colapso energético, pero soy optimista. Mirando la historia, la humanidad ha encontrado siempre soluciones tecnológicas que le han permitido solucionar los grandes retos. Recuerdo las famosas predicciones sobre alimentación y hambruna mundial que hacia Malthus en el siglo XIX eran catastróficas. No había capacidad para generar el alimento que necesitábamos. Eso ha cambiado radicalmente, no porque Malthus se equivocase, sino porque la humanidad consiguió un desarrollo tecnológico que ha permitido pasar de sacar 50 kilos por hectárea a conseguir 5.000. Será criticable o no, pero la eficiencia para producir comida ha variado de forma muy considerable en 200 años. En el tema energético pasará lo mismo, tiene que producirse una disrupción tecnológica, que se está realizando ya con la fotovoltaica y eólica, y el futuro de la fusión y otras fuentes energéticas nos permitirán conseguir energía suficiente y barata en el futuro. Si no es así el colapso energético es uno de los riesgos a medio y largo plazo.

POSIBLES FRASES Y SUMARIOS

La fisión es romper los átomos y, al partirlos, se genera energía, la fusión es pegar los átomos, que al unirlos se produce y energía

Imitamos el mecanismo que utiliza la naturaleza para crear las estrellas y los planetas

Durante toda la historia de la humanidad hemos intentado imitar, e incluso mejorar, lo que encontramos en la naturaleza

Hace 12.000 años el hombre reprodujo el crecimiento de las plantas y creó la agricultura, un paso tan grande como recrear lo que ocurre en el sol

Nos queda mucho que aprender para entender las claves que rigen el planeta

El principal riesgo en el cambio climático es que nos salgamos de una situación de equilibrio

El desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata

La forma en la que estamos generando energía en la actualidad es claramente insostenible

Dentro de cien o doscientos años tenemos que ser capaces de producir tres o cuatro veces más que ahora utilizando métodos radicalmente distintos a los de ahora

Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos consumista, menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable

Que en España consigamos dar con los materiales que facilitarán la energía de fusión de forma sencilla y segura, es un hito histórico para la ciencia y la sociedad

Mi apuesta es que la fusión sea una de las energías del futuro

En el futuro tenemos que utilizar diferentes fuentes energéticas en paralelo y la energía de fusión será de las más importantes

Necesitamos varias generaciones para llegar a construir un centenar de reactores de fusión que produzcan un 10% de la energía que necesitamos

Es necesario, y no hay alternativa, seguir utilizando centrales de fuel y carbón para necesidades puntuales

Me preocupa la cantidad de energía que necesitamos para la producción de placas solares y aerogeneradores y no quiero pensar lo que ocurrirá cuando tengamos que reciclar los equipos obsoletos

El bienestar humano está correlacionado con la energía, por lo que tenemos que ser conscientes de lo que consumimos

Uno de los mayores consumidores de electricidad del mundo es internet

Es una auténtica barbaridad la energía que se gasta para cosas que no son ni útiles ni necesarias. Estamos haciendo un mal uso de herramientas maravillosas y útiles.

Creo que es un error cerrar centrales nucleares mientras sean seguras y en España hay métodos de control suficientes para elloEn Alemania se cerraron sus centrales nucleares y ahora son los mayores consumidores de carbón de Europa

Juan Enrique Gómez periodista, director de Waste Magazine

Los fuegos en espacios naturales aumentan cada año a causa de la alteración del clima, las políticas radicales de no interferencia en la naturaleza, y la falta de inversión sobre la superficie forestal de todo el continente europeo, que lleva a la desafección y abandono de los habitantes de zonas rurales sobre sus propios territorios. El uso racional de los ecosistemas, su cuidado y aprovechamiento, son parte de las nuevas claves en la lucha contra el fuego.

JUAN ENRIQUE GÓMEZ

La conocida frase “los incendios se apagan en invierno”, casi en desuso desde hace décadas, ha vuelto a situarse en la mente de todos aquellos que viven, trabajan o, simplemente, disfrutan de los bosques en un país con grandes espacios naturales y un continente donde las masas boscosas son parte de su esencia paisajística. La gran cantidad de incendios que en los últimos años asolaron la península Ibérica, ha centrado la mirada sobre el estado de los espacios naturales, tanto sobre los protegidos como los que no gozan de una figura legal de salvaguarda de sus ecosistemas, con un resultado poco favorable a la labor realizada por las administraciones sobre nuestros montes. El fuego ha desvelado una situación de abandono grave, favorecida por la idea del conservacionismo radical de no actuar sobre la naturaleza ni siquiera para protegerla. Las llaman recuerdan que los bosques generaban una serie de beneficios ecosistémicos que repercutían en las poblaciones de su entorno que, a su vez, procuraban que la naturaleza siguiese su curso a base de pequeños trabajos de mantenimiento y cuidados, que ahora llamamos silvícolas, y que no son más que ayudar al monte a seguir su propia dinámica natural. Usos y aprovechamientos que, en gran parte del territorio, fueron olvidados.

Cuando se produce un gran incendio, todo el mundo clama por una limpieza total de los bosques, por la ordenación de los territorios como si se tratase de enormes arboledas ajardinadas, e incluso exigen la inmediata repoblación de los espacios quemados para que los troncos calcinados no nos recuerden nuestro propio fracaso. Las Administraciones se lanzan a una carrera por reacondicionar y reforestar, pero todo el mundo olvida que el fuego se apaga en invierno o lo que es lo mismo, las llamas lo tendrán más difícil si el monte forma parte de nosotros mismos, de nuestro trabajo, sustento, vivencias y ocio.

Desde hace dos décadas algunos científicos, como el catedrático de Botánica de la Universidad de Granada, Francisco Valle, señalan que los montes han de tratarse como lo que son, espacios naturales que tienen su propia dinámica que hay que respetar. Afirma que la prueba está en que los bosques no alterados, o naturalizados con criterios científicos, con matorral autóctono y diversidad de especies, se queman menos y, si el fuego se produce, se recuperan más rápido y mejor.

Recursos forestales

Hasta casi el final del siglo XX era habitual que los habitantes de zonas con masas boscosas utilizasen los recursos de las arboledas para cubrir sus necesidades, como recoger la leña caída tras las tormentas, recolectar frutos, extraer resinas, cuidar el matorral bajo el que crecerán las setas, mantener refugios para fauna, e incluso preservar la vegetación que servirá para prevenir avenidas que destrozan cauces e inundarían sus tierras. El uso continuado del espacio natural significa también ejercer un control y servicio de vigilancia permanente, además de prevenir posibles usos inadecuados y acciones de pirómanos. La implicación directa de los habitantes de las zonas rurales es la mejor garantía para la conservación de la naturaleza.

Pero no olvidemos la responsabilidad de quienes tienen la obligación de velar por el territorio. La gestión forestal es fundamental para apagar las llamas no solo cuando el bosque arde. Científicos como Francisco Valle, apuestan por volver a un uso racional y sostenible de los montes, que tenga como base de la recuperación del territorio con especies mediterráneas y evitar los bosques monoespecíficos en favor de una mayor diversidad vegetal. Gran parte de la superficie forestal de España, fundamentalmente en la mitad sur, son bosques de coníferas, sobre todo pinos, que se plantaron con el objetivo de sustentar el terreno y, más tarde, dar paso a plantaciones de matorral y otras especies arbóreas, pero este segundo objetivo no se llevó a cabo y los pinares crecieron muy densos con árboles muy juntos sin dar opción al crecimiento del matorral, lo que les ha hecho extremadamente vulnerables a los incendios.

El futuro pasa por trabajos de prevención que, a base de cortas y sacas programadas, reduzcan la densidad de los bosques y, tras ello, la plantación de matorral autóctono, que ayudará a hacerlos menos vulnerables a los incendios. Los expertos aseguran que es imprescindible la multiespecificidad de los bosques, ya que el fuego no se comporta igual con todas las especies. Una arboleda con diferentes especies ralentiza el avance del fuego. Además, apuestan por la apertura de áreas cortafuegos que no son las típicas franjas desbrozadas que roturan las laderas, sino espacios con matorral abiertos en zonas boscosas, a las que añadir carriles de acceso, bien acondicionados, para la realización de trabajos y, llegado el caso, atacar las llamas.

El uso racional del monte es considerado ya como una parte muy significativa de la solución ante el fuego y su prevención. Utiliza el bosque y ayudarás a su conservación, un antiguo concepto que vuelve a tenerse en cuenta. Las gentes han de recuperar el uso de la naturaleza. Carboneros, piñoneros, resineros y tantas otras profesiones asociadas a los recursos forestales, deberían recuperarse, incluso la ganadería debe volver a los montes, de una forma sostenible, para ejercer un control equilibrado de la vegetación y ayudar al crecimiento de poblaciones de matorral y especies refugio.

Los pueblos han de recuperar la simbiosis con el medio que les rodea. Existe un beneficio mutuo entre hombre y entorno que se basa, únicamente, en el respeto a la tierra donde habitas.

El plástico es omnipresente, barato y fácil de producir, pero deshacernos de él es un quebradero de cabeza, pues no se degrada con facilidad. Y es que no existe en la naturaleza ningún mecanismo que resulte lo suficientemente eficaz para asimilarlo al ritmo del uso que le damos. Se calcula hasta que los polímeros que lo componen empiecen a desintegrarse a nivel molecular, pueden pasar un mínimo de 450 años. De ahí la urgencia de encontrar una solución antes de que sea demasiado tarde.

Un equipo científico ha creado una enzima artificial capaz de descomponer el plástico.

En 2016, un equipo científico japonés descubrió una bacteria capaz de descomponer la molécula del tereftalato de polietileno (PET), un tipo de plástico muy usado en la fabricación de envases. Ahora, basándose en este descubrimiento, investigadores de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido) y del Departamento de Energía de Estados Unidos han modificado la enzima producida por la bacteria, resultando de ello una nueva molécula capaz de descomponer el plásticoincluso mejor de lo que hacía el organismo unicelular.


La noche en la que encontró agua empozada bajo el cerco de nailon que acababa de instalar en el perímetro de su propiedad, en el distrito de Ancón, a 40 kilómetros de Lima, Perú, Abel Cruz Gutiérrez supo que estaba ante una revelación. Este hombre que hoy tiene 56 años, calvicie incipiente y dejo indescifrable acababa de descubrir una tecnología sencilla pero poderosa para capturar el agua de las densas nubes que durante el alba se acumulan en las colinas áridas del desierto costero limeño.

Un atrapanieblas captura entre 200 y 400 litros de agua al día.

Aquella noche, Abel se acordó de su infancia en un caserío diminuto en la ceja de selva de Cusco, cuando debía cargar cada día grandes baldes de agua de un riachuelo y llevarlos 600 metros arriba, hasta su casa, enclavada en lo alto de una pequeña montaña. “Desde niño, y a la fuerza, aprendí el valor del agua para una familia sin conexiones domésticas. Por eso, cuando descubrí las gotas de agua que había capturado la malla rachel, supe que había encontrado una forma de robarle agua al cielo”, explica Cruz desde la casa de sus suegros, en pleno monte, a donde se llega tras un serpentinesco e interminable viaje desde la ciudad del Cusco.