Hoy, la Tierra se enfrenta a una triple crisis planetaria. La buena noticia es que desde la ONU se está haciendo mucho, si bien requiere todavía de un mayor esfuerzo y concienciación por parte de la sociedad global.
Si a los altos niveles en la atmósfera de CO2, la sobrepesca, la deforestación y otros abusos del ser humano no se les pone fin, podrían llegar a exterminarse hábitats completos.
De estos tres problemas, el más preocupante de todos es el relacionado con el cambio climático, y es que el uso normalizado de la energía no renovable en la industria, el transporte, los edificios o la agricultura, por ejemplo, son las principales causas de liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Las consecuencias de esta situación ya se manifiestan hoy en día con el del aumento de la intensidad y la gravedad de las sequías, los incendios forestales o la preocupante subida del nivel del mar.
La unión en lo esencial es la fuerza de la Humanidad
Al comienzo de un curso nuevo es inevitable preguntar a qué desafíos tendremos que enfrentarnos y cómo podremos hacerlo, sobre todo cuando las perspectivas no son halagüeñas, como es el caso. La inflación, el aumento del paro, la persistencia de la pobreza y el hambre en el mundo, la guerra de Ucrania, provocada por Putin, o la crisis climática, nos exigen llevar en las alforjas para responder a estos retos con altura humana al menos dos provisiones éticas imprescindibles: amistad cívica y amplitud de miras cosmopolita. Desgraciadamente, no damos muestras de habernos pertrechado de ninguna de ellas.
Al parecer no importan los hechos ni las palabras, sino sólo la etiqueta con que se presenta al sujeto.
La amistad cívica es la virtud que une a los ciudadanos de una sociedad pluralista cuando se percatan de que han de cooperar para alcanzar juntos unas metas que es de justicia proponerse. Aunque distintos grupos persigan proyectos diferentes de felicidad, bregar codo a codo por encarnar valores como la libertad, la justicia, la solidaridad o el respeto mutuo es buena muestra de que no somos un agregado de individuos sin orden ni concierto, un conjunto de “yoes” unidos por casualidad, sino un “nosotros” dispuesto a impedir que alguien quede excluido, porque eso es injusto.
Matthew Cobb (Woolverstone, Reino Unido, 66 años) es zoólogo. Como hacen muchos otros científicos, trata de hacer abarcables problemas que no lo son dividiéndolos o buscando otros análogos, pero más asequibles. Este profesor de la Universidad de Mánchester estudia el sentido del olfato de gusanos que tienen 21 células en su nariz, para tratar de entender lo que pasa en la nuestra, que tiene cuatro millones.
El científico británico reflexiona sobre lo poco que sabemos del cerebro humano y explica cómo las neuronas del estómago de la langosta pueden ayudar a comprender nuestra mente.
Hace unos días impartió en Madrid, en la Universidad Autónoma, la VIII Conferencia Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno hablando de La idea del cerebro, un título que coincide con el de su último libro. En él, habla del pasado de la neurociencia, de los avances de las últimas décadas y de lo poco que sabemos sobre el órgano donde reside nuestra consciencia. Cobb, que también ha publicado un libro sobre la carrera para descifrar el código genético, pone aquella epopeya como ejemplo de la capacidad humana para enfrentarse con éxito a grandes enigmas haciendo las preguntas adecuadas y desarrollando las tecnologías necesarias.
«Toda negociación comienza con un no». Esta es una de las máximas que todo el mundo conoce a la hora de realizar una transacción, llegar a un acuerdo o pactar un trato. Dos posiciones enfrentadas que con el paso del tiempo «es fascinante ver cómo evolucionan las posturas», asegura Jaume Moya, portavoz del Proyecto Eudemon. Este abogado y activista social está acostumbrado a recibir negativas a la hora de llamar a puertas, pero le gusta que se generen conflictos, porque, dice, «nacen soluciones»
El despliegue de las renovables ya no se ha de negociar ni discutir en los despachos consistoriales, sino en la calle.
En los últimos años, las desavenencias relacionadas con las energías renovables han cobrado protagonismo. Las seis palabras que Ricardo Sorogoyen, director de cine, pronunció sobre el escenario de los Goya 2023 aún resuenan: «Energía eólica sí, pero no así». A pesar de que «la gente cada vez es más consciente de la necesidad de la transición energética para frenar el cambio climático», señala Moya.
“El desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata”
“Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable”
“Existe un riesgo real de que la humanidad sufra un colapso energético, pero la historia nos indica que siempre hemos encontrado soluciones tecnológicas para afrontar grandes retos.
JUAN ENRIQUE GÓMEZ
Sobre él recae una gran parte del peso de uno de los retos más importantes que tiene la humanidad para sobrevivir en los próximos siglos. Encontrar una fuente de energía suficientemente segura, barata y casi inagotable, que permita el desarrollo de una sociedad con una clara y creciente dependencia tecnológica. Ángel Ibarra es doctor en Física por la Universidad Autónoma de Madrid, dirige el Consorcio IFMIF-DONES España, que dentro del Programa Europeo de Fusión, tiene como misión poner en marcha un acelerador de partículas, —que ha empezado a construirse en Granada—, para comprobar el comportamiento de materiales que los científicos consideran que podrán formar parte de los futuros reactores de fusión, y decidir cuáles de ellos nos garantizarán la estabilidad y funcionamiento de un sistema que pretende, nada más y nada menos, que emular el nacimiento de las estrellas, un proceso en el que se libera una enorme cantidad de energía que podemos aprovechar para la generación de electricidad, todo ello a partir de la fusión de pequeños átomos que encontramos en elementos tan comunes, abundantes y renovables, como el hidrógeno del agua.
Cree que existe una componente filosófica en la física muy grande. “Hay aspectos de la física que tienen mucha incidencia en la forma de pensar de la gente, influye en la humanidad y en el concepto de planeta y universo”.
Ángel Ibarra, tras más de cuatro décadas dedicado a la investigación energética y a la energía de fusión como base, cree que la humanidad tiene que conjugar el uso de diversas fuentes energéticas sostenibles para cubrir sus crecientes necesidades, pero no comparte las ideas que indican que la sociedad ha de ir hacia atrás y renunciar a ciertos desarrollos para no incrementar su consumo energético. Se escandaliza cuando algunos colectivos piden que no viajes en avión y lo hacen a través de las redes sociales, cuando internet y sus miles de centros de datos repartidos por el mundo, es uno de los mayores consumidores de electricidad del planeta.
Como científico no entiende que, en un momento en el que tenemos grandes carencias energéticas, se cierren centrales nucleares que funcionan con seguridad, y apuesta por el uso combinado de fuentes energéticas, mientras advierte que las renovables necesitan ser complementadas con otras tan denostadas como las de fuel o carbón, ya que se pueden apagar y encender a nuestra voluntad.
—Fusión y fisión… dos formas de obtener energía nuclear. ¿En qué se diferencian?
—La fisión es romper los átomos y, al partirlos, se genera energía, la fusión es pegar los átomos y al unirlos se produce energía, pero no los mismos átomos, en la fisión se dividen átomos grandes en otros más pequeños, y en la fusión se utilizan otros más ligeros, de reducido tamaño, para ir uniéndolos y conseguir átomos más grandes. Si miras los que hay en la naturaleza, los más estables, los que cuesta más romper o deshacer, son los del hierro, pero cualquiera que sea mucho más grande que eso se puede romper para irlos reduciendo y al revés, átomos chicos se pueden pegar para llegar a ser como los del hierro. Es el mecanismo que utiliza la naturaleza para crear las estrellas y los planetas. El gas inicial en el universo es una mezcla de átomos de hidrógeno que, con el tiempo, generan otros más pesados, entre ellos los del hierro y otros elementos que son es con los que se forman los planetas.
—¿Es posible que el hombre emule a las estrellas?
—Naturalmente que sí. Durante toda la historia de la humanidad lo que hemos intentado hacer es emular, e incluso mejorar, lo que encontramos en la naturaleza. Ahora hablamos de imitar a las estrellas, pero hace 12.000 años, cuando se inició la agricultura, lo que hacíamos era imitar lo que hacían las plantas a nuestro alrededor para conseguir que crecieran las que nosotros queríamos. La comparación con las estrellas podría parecer exagerada, pero desde un punto de vista histórico y de importancia para la humanidad no sé qué es más importante, dominar la agricultura o la energía del sol. Para nosotros sí, pero imaginemos lo que era para el hombre del neolítico no tener que depender de encontrar bayas con las que comer y poder generar y disponer de comida de forma más fácil y continuada. Era un cambio absolutamente radical. Para ellos era tan extraordinario como puede ser, para nosotros, emular a las estrellas
—¿Se podría decir que estamos más cerca de formar parte del olimpo de los dioses, e incluso de cambiar las claves por las que se rige el planeta?
—Eso son palabras mayores. No creo que tengamos muy claro las claves por las que se rige el planeta, ni mucho menos. La naturaleza no depende de un único parámetro y puede ser muy inestable, le afectan muchas cosas, que a su vez están condicionadas por muchas otras, y no creo que tengamos un entendimiento preciso de esos parámetros como para ser capaces de pensar que los controlamos. Realmente sí tenemos control sobre algunas cuestiones, pero aunque nuestra tecnología es muy potente, nos queda mucho que aprender todavía.
—Lo vemos con los efectos del cambio climático. —El problema de las alteraciones climáticas es un ejemplo claro de esa complejidad. Independientemente de los efectos que ya estamos viendo, el principal riesgo en el cambio climático es que nos salgamos de una situación de equilibrio y cuando esto ocurre, en un fenómeno multiparamétrico, la siguiente situación de equilibrio que encontremos no tiene por qué ser la misma, e incluso podría ser completamente distinta. No tenemos ni idea de a dónde vamos o hacia dónde podemos ir.
—Como responsable del proyecto del acelerador de partículas de Granada, clave para la futura energía de fusión, sobre usted recae el peso de una parte muy significativa del futuro energético de la humanidad ¿Cómo se sobrelleva esta responsabilidad?
—No he pensado demasiado en eso. Siempre he creído que el desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata y, de hecho, mirando a la historia, los desarrollos humanos más significativos han estado claramente relacionados con la disponibilidad de una nueva forma de energía o de una mejor forma de explotarla. El futuro que nos espera depende de tener esa energía asequible, y la forma en la que estamos generando energía en la actualidad es claramente insostenible, no lo digo solo por el efecto en el clima, sino porque estamos utilizando recursos finitos. Los métodos de producción tienen que cambiar radicalmente y, si queremos progresar, tenemos que producir mucha más energía que la que ahora generamos. No me gusta plantear fechas, sino que dentro de unas cuantas décadas tendremos que ser capaces de producir más energía que ahora y mediante métodos que no se usan en la actualidad o se utilizan muy poco. Es verdad que empleamos algunos sistemas como la fotovoltaica y renovables en general, pero el porcentaje global de lo que generamos en el mundo es muy pequeño. Dentro de cien o doscientos años tenemos que ser capaces de producir tres o cuatro veces más que ahora utilizando métodos radicalmente distintos a los de ahora. Ahora no tenemos claro cuáles serán esos métodos. Estamos en una encrucijada… Nunca es bueno fiarse de una única fórmula y conviene tener disponibles diversas opciones. Siempre he pensado que la fusión, junto a fotovoltaica y renovables en general tienen que ir juntas, y no hay mucho más que pueda ser relevante.
—¿Cree que deberíamos parar, intentar reducir nuestras necesidades energéticas?
—A pesar de que hay gente que piensa que debemos ir hacia un decrecimiento, se ha demostrado históricamente que el desarrollo y el bienestar humano está directamente relacionado con el consumo de energía. Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos consumista, menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable, porque los que son viajeros, consumistas y vivimos por encima de ciertos niveles somos pocos, Estados Unidos, Europa y poco más, y otros como China, África, India y países menos desarrollados, tienen que aumentar mucho sus necesidades energéticas para ser como nosotros.
—¿Se puede explicar de forma sencilla qué es el proyecto del acelerador de partículas?
—Es una herramienta que hemos diseñado para simular el entorno que habría en un reactor de fusión y comprobar cómo se comportan algunos de los componentes y materiales que queremos utilizar dentro de un futuro reactor de fusión, no es nada más que eso. En lugar de construir un reactor de fusión, que todavía no sabemos cómo hacerlo y costaría mucho dinero, hemos diseñado un sistema, más barato, que nos permite constatar el funcionamiento de un reactor a escala pequeñita. Pretendemos hacer experimentos de forma que entendamos lo que podría ocurrir en un futuro reactor. Podríamos construir cinco reactores y ver si alguno de ellos funciona, pero esa manera no tiene lógica y si lo quieres hacer con metodología, la simulación en el acelerador es esencial en el camino del desarrollo de esta tecnología.
—Si en España conseguimos dar con los materiales que favorecerán la generación de energía de fusión de forma más sencilla y segura… Estamos ante un verdadero hito histórico y científico…
—Creo que sí, es un hito y es relevante en dos aspectos diferentes. Nos va a permitir explorar un área de la ciencia, los materiales, mediante una herramienta que no se ha construido nunca, un área nueva del conocimiento. Por otra parte, la tecnología que nos permite construirlo también es nueva, estamos explorando un área nueva en la tecnología de aceleradores, de forma que si el proyecto funciona razonablemente bien, las siguientes generaciones de aceleradores y experimentos que se basen en ellos aprenderán de lo que desarrollemos nosotros y se harán cosas que ahora no se pueden hacer… Estamos explorando territorios desconocidos.
—¿Es la fusión la energía del futuro?
—Esa es mi apuesta. Creo que puede ser una de las energías del futuro. No me gusta decir que vamos a utilizar una única fuente de energía, eso no tiene lógica, tenemos que usar varias en paralelo, pero la fusión puede ser una de las más importantes en el futuro.
—¿El problema, por el momento, está en conseguir que la energía producida para la fusión sea mayor que la que has consumido?
—Sí, conseguir una reacción de fusión es muy fácil, solo necesitas un átomo de tritio y otro de deuterio y que choquen entre sí, se puede hacer en cualquier laboratorio, lo que es muy difícil es producir muchas reacciones de fusión a la vez y que la energía que necesitas para hacerlo sea menor que la que produces. En algunos experimentos en Estados Unidos e Inglaterra se ha conseguido de forma inicial, pero no se tienen en cuenta el gasto energético de los sistemas que hay alrededor del experimento y que son fundamentales para que haya funcionado, aún no hemos conseguido que la energía que sale sea mayor que la que hemos necesitado para producirla.
—Y los plazos ¿tenemos que pensar en decenas de años?
—El problema de estos proyectos es que son relativamente caros, la velocidad a la que puedes desarrollar las cosas depende de la cantidad de dinero que tienes. Si puedes lanzar varios proyectos en paralelo puedes avanzar más rápidamente. Con el nivel de financiación que hay ahora se espera que el desarrollo de la fusión, con el proyecto ITER en Francia, IFMIF-DONES en España con el estudio de materiales, y un DEMO, que podrá generar electricidad. Ese reactor de demostración podría construirse en los años cuarenta de este siglo y podría funcionar en los cincuenta razonablemente, pero eso no significa nada. Es demostrar que la tecnología funciona, pero no sería significativo en el mercado eléctrico. Para conseguir un 10% de las necesidades del mercado supondría haber construido varios cientos de reactores de fusión, no uno de demostración. Para hacerlo necesitamos varias generaciones. Después de este DEMO habrá dos o tres primeros reactores, otros diez o veinte y más tarde, cincuenta o sesenta, y llegar a un 10% del mercado, falta mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo llevamos instalando placas fotovoltaicas en el mundo? Medio siglo y no llegamos al 5% del mercado mundial, la energía de fisión no llega al 15% a pesar de llevar más de cincuenta años. Convertir la fusión en una fuente de energía significativa para la humanidad llevará tiempo.
—Las necesidades energéticas en el mundo son muy diferentes, unos territorios tienen mayores necesidades que otros
—Los consumidores somos muy diferentes, no es igual una fábrica de coches que el consumo en una casa o la red de iluminación de una ciudad. La forma de alimentar esas necesidades es mediante fuentes de energía de base, que con las que de forma constante están generando las necesidades básicas, pero además debemos tener otras fuentes que podemos encender y apagar cuando lo necesitemos de forma puntual. Hasta ahora ha funcionado razonablemente bien, con la nuclear como energía de base y otras como las del gas, fuel o carbón, que son fáciles de encender o apagar. Hemos añadido recientemente la solar y eólica, que son variables, pero tienes que seguir teniendo fuentes que puedas encender y apagar.
—¿Es coherente, entonces, seguir utilizando fuentes como las centrales de fuel o carbón para momentos de mayor necesidad energética?
—Es necesario y, en este momento, no hay alternativa. Quizás las de carbón sean las menos recomendables, pero se están usando las de gas. Cada vez que instalas un parque fotovoltaico o eólico, tienes que reservar una determinada capacidad en una central de gas para cuando no lo hacen las placas o el viento. Estas fuentes de energía están directamente relacionadas.
—¿Es positivo seguir en la línea del autoconsumo. Debemos continuar instalando placas en los tejados?
—Es bueno, para el consumidor está bien, pero me preocupa que para crear los paneles solares y aerogeneradores se necesita una gran energía para su producción, y no quiero pensar en lo que ocurrirá cuando haya que reciclar todas esas instalaciones se necesitará una cantidad ingente de energía. No estoy seguro de que sea lo mejor desde el punto de vista de eficiencia. Nos viene muy bien como consumidores, pero pensando en el futuro, me preocupa.
—¿Deberíamos cambiar nuestros hábitos de consumo para conseguir una sociedad que ahorre energía?
— Yo creo que es bueno que seamos conscientes de las consecuencias de lo que hacemos, de forma que cuando coges un avión o el coche y haces 500 kilómetros tu solo en lugar de tomar un autobús, hay que ser consciente de lo que hacemos. Pero lo que creo es que aunque nos moderemos un poco, al final, el bienestar humano está correlacionado con la energía.
—¿Es cierto que las tecnologías de la información, el uso de internet, las redes sociales, el comercio y el ocio on-line, son grandes consumidores de energía?
—Sí. Es un ejemplo que pongo siempre aunque sea algo muy evidente. Uno de los mayores consumidores de electricidad del mundo es internet. Lo primero que tendríamos que hacer si queremos aplicar la filosofía de volver a una sociedad menos consumista sería cortar internet. Me preocupa y me produce indignación que se estén almacenando los ‘memes’ que vienen por Whatsapp en centros de datos en el mundo. Tenemos que pensar que lo que tenemos en el móvil ocupa sitio en muchos centros de datos distribuidos por ahí. Los centros de datos son unos consumidores de energía salvajes, de forma que la energía que estamos desperdiciando en guardar jilipolleces, con perdón, es bestial. Es que el 95% del uso que hacemos de la red es ocio y no tenemos ningún control sobre ello. Es una auténtica barbaridad la energía que se gasta para cosas que no son ni útiles ni necesarias. Cuando algunas personas defienden que no viajemos en avión y cojamos el tren, no nos dicen que lo primero que tendríamos que hacer es no utilizar las redes sociales para decir eso. Evidentemente exagero un poco, pero hay que ser consciente de esta cuestión. Estamos haciendo un mal uso de herramientas maravillosas y útiles.
—¿Cerrar y desmantelar las actuales centrales nucleares es coherente, o lo ideal sería utilizarlas a la vez que otras fuentes de energía?
—Aquí hay dos aspectos diferentes a tener en cuenta. Una es abrir nuevas centrales y otra cerrar las que están funcionando en este momento. Desde un punto de vista meramente económico, cerrar las actuales es un error. Mientras sean seguras y en España hay métodos de control suficientemente avanzados para pensar que son razonablemente seguras, es un error, porque están construidas y pagadas, solo gastan combustible y el coste producción es relativamente bajo. Cada central que cerramos tendríamos que sustituirlas por otras nuevas, sean de fuel, fotovoltaicas o lo que sea. Yo mantendría las centrales que hay en España al menos unos cuantos años más hasta que la investigación vaya avanzando. El ejemplo es lo que ha hecho Alemania. Allí se cerraron todas sus centrales y la consecuencia ha sido que ahora son los mayores consumidores de carbón de Europa, con la gran emisión de CO2 que supone, son los mayores emisores de Europa. Construir nuevas centrales es más complicado. Depende de las necesidades de cada país. Inglaterra está construyendo, como Finlandia, Francia quiere hacerlo, Dinamarca debate sobre si hacerlo o no, pero yo soy un poco crítico en el sentido de que la generación actual de centrales nucleares, que se basan en uranio 235, tienen un tiempo de vida relativamente limitado. Hay uranio suficiente, pero es limitado. La forma en la que se está gastando el uranio no es la mejor, se quema poco uranio. Si quisiéramos utilizarla como fuente de energía habría que utilizar reactores de cuarta generación, más rápidos, pero también más complicados y no veo que se esté progresando. No lo tengo tan claro para los nuevos reactores, pero para los que ya están, se deben mantener.
—¿Camina la humanidad hacia el colapso energético, incluso a medio plazo?
—Tenemos un riesgo de colapso energético, pero soy optimista. Mirando la historia, la humanidad ha encontrado siempre soluciones tecnológicas que le han permitido solucionar los grandes retos. Recuerdo las famosas predicciones sobre alimentación y hambruna mundial que hacia Malthus en el siglo XIX eran catastróficas. No había capacidad para generar el alimento que necesitábamos. Eso ha cambiado radicalmente, no porque Malthus se equivocase, sino porque la humanidad consiguió un desarrollo tecnológico que ha permitido pasar de sacar 50 kilos por hectárea a conseguir 5.000. Será criticable o no, pero la eficiencia para producir comida ha variado de forma muy considerable en 200 años. En el tema energético pasará lo mismo, tiene que producirse una disrupción tecnológica, que se está realizando ya con la fotovoltaica y eólica, y el futuro de la fusión y otras fuentes energéticas nos permitirán conseguir energía suficiente y barata en el futuro. Si no es así el colapso energético es uno de los riesgos a medio y largo plazo.
POSIBLES FRASES Y SUMARIOS
La fisión es romper los átomos y, al partirlos, se genera energía, la fusión es pegar los átomos, que al unirlos se produce y energía
Imitamos el mecanismo que utiliza la naturaleza para crear las estrellas y los planetas
Durante toda la historia de la humanidad hemos intentado imitar, e incluso mejorar, lo que encontramos en la naturaleza
Hace 12.000 años el hombre reprodujo el crecimiento de las plantas y creó la agricultura, un paso tan grande como recrear lo que ocurre en el sol
Nos queda mucho que aprender para entender las claves que rigen el planeta
El principal riesgo en el cambio climático es que nos salgamos de una situación de equilibrio
El desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata
La forma en la que estamos generando energía en la actualidad es claramente insostenible
Dentro de cien o doscientos años tenemos que ser capaces de producir tres o cuatro veces más que ahora utilizando métodos radicalmente distintos a los de ahora
Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos consumista, menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable
Que en España consigamos dar con los materiales que facilitarán la energía de fusión de forma sencilla y segura, es un hito histórico para la ciencia y la sociedad
Mi apuesta es que la fusión sea una de las energías del futuro
En el futuro tenemos que utilizar diferentes fuentes energéticas en paralelo y la energía de fusión será de las más importantes
Necesitamos varias generaciones para llegar a construir un centenar de reactores de fusión que produzcan un 10% de la energía que necesitamos
Es necesario, y no hay alternativa, seguir utilizando centrales de fuel y carbón para necesidades puntuales
Me preocupa la cantidad de energía que necesitamos para la producción de placas solares y aerogeneradores y no quiero pensar lo que ocurrirá cuando tengamos que reciclar los equipos obsoletos
El bienestar humano está correlacionado con la energía, por lo que tenemos que ser conscientes de lo que consumimos
Uno de los mayores consumidores de electricidad del mundo es internet
Es una auténtica barbaridad la energía que se gasta para cosas que no son ni útiles ni necesarias. Estamos haciendo un mal uso de herramientas maravillosas y útiles.
Creo que es un error cerrar centrales nucleares mientras sean seguras y en España hay métodos de control suficientes para elloEn Alemania se cerraron sus centrales nucleares y ahora son los mayores consumidores de carbón de Europa
“El desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata”
“Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable”
“Existe un riesgo real de que la humanidad sufra un colapso energético, pero la historia nos indica que siempre hemos encontrado soluciones tecnológicas para afrontar grandes retos.
JUAN ENRIQUE GÓMEZ
Sobre él recae una gran parte del peso de uno de los retos más importantes que tiene la humanidad para sobrevivir en los próximos siglos. Encontrar una fuente de energía suficientemente segura, barata y casi inagotable, que permita el desarrollo de una sociedad con una clara y creciente dependencia tecnológica. Ángel Ibarra es doctor en Física por la Universidad Autónoma de Madrid, dirige el Consorcio IFMIF-DONES España, que dentro del Programa Europeo de Fusión, tiene como misión poner en marcha un acelerador de partículas, —que ha empezado a construirse en Granada—, para comprobar el comportamiento de materiales que los científicos consideran que podrán formar parte de los futuros reactores de fusión, y decidir cuáles de ellos nos garantizarán la estabilidad y funcionamiento de un sistema que pretende, nada más y nada menos, que emular el nacimiento de las estrellas, un proceso en el que se libera una enorme cantidad de energía que podemos aprovechar para la generación de electricidad, todo ello a partir de la fusión de pequeños átomos que encontramos en elementos tan comunes, abundantes y renovables, como el hidrógeno del agua.
Cree que existe una componente filosófica en la física muy grande. “Hay aspectos de la física que tienen mucha incidencia en la forma de pensar de la gente, influye en la humanidad y en el concepto de planeta y universo”.
Ángel Ibarra, tras más de cuatro décadas dedicado a la investigación energética y a la energía de fusión como base, cree que la humanidad tiene que conjugar el uso de diversas fuentes energéticas sostenibles para cubrir sus crecientes necesidades, pero no comparte las ideas que indican que la sociedad ha de ir hacia atrás y renunciar a ciertos desarrollos para no incrementar su consumo energético. Se escandaliza cuando algunos colectivos piden que no viajes en avión y lo hacen a través de las redes sociales, cuando internet y sus miles de centros de datos repartidos por el mundo, es uno de los mayores consumidores de electricidad del planeta.
Como científico no entiende que, en un momento en el que tenemos grandes carencias energéticas, se cierren centrales nucleares que funcionan con seguridad, y apuesta por el uso combinado de fuentes energéticas, mientras advierte que las renovables necesitan ser complementadas con otras tan denostadas como las de fuel o carbón, ya que se pueden apagar y encender a nuestra voluntad.
—Fusión y fisión… dos formas de obtener energía nuclear. ¿En qué se diferencian?
—La fisión es romper los átomos y, al partirlos, se genera energía, la fusión es pegar los átomos y al unirlos se produce energía, pero no los mismos átomos, en la fisión se dividen átomos grandes en otros más pequeños, y en la fusión se utilizan otros más ligeros, de reducido tamaño, para ir uniéndolos y conseguir átomos más grandes. Si miras los que hay en la naturaleza, los más estables, los que cuesta más romper o deshacer, son los del hierro, pero cualquiera que sea mucho más grande que eso se puede romper para irlos reduciendo y al revés, átomos chicos se pueden pegar para llegar a ser como los del hierro. Es el mecanismo que utiliza la naturaleza para crear las estrellas y los planetas. El gas inicial en el universo es una mezcla de átomos de hidrógeno que, con el tiempo, generan otros más pesados, entre ellos los del hierro y otros elementos que son es con los que se forman los planetas.
—¿Es posible que el hombre emule a las estrellas?
—Naturalmente que sí. Durante toda la historia de la humanidad lo que hemos intentado hacer es emular, e incluso mejorar, lo que encontramos en la naturaleza. Ahora hablamos de imitar a las estrellas, pero hace 12.000 años, cuando se inició la agricultura, lo que hacíamos era imitar lo que hacían las plantas a nuestro alrededor para conseguir que crecieran las que nosotros queríamos. La comparación con las estrellas podría parecer exagerada, pero desde un punto de vista histórico y de importancia para la humanidad no sé qué es más importante, dominar la agricultura o la energía del sol. Para nosotros sí, pero imaginemos lo que era para el hombre del neolítico no tener que depender de encontrar bayas con las que comer y poder generar y disponer de comida de forma más fácil y continuada. Era un cambio absolutamente radical. Para ellos era tan extraordinario como puede ser, para nosotros, emular a las estrellas
—¿Se podría decir que estamos más cerca de formar parte del olimpo de los dioses, e incluso de cambiar las claves por las que se rige el planeta?
—Eso son palabras mayores. No creo que tengamos muy claro las claves por las que se rige el planeta, ni mucho menos. La naturaleza no depende de un único parámetro y puede ser muy inestable, le afectan muchas cosas, que a su vez están condicionadas por muchas otras, y no creo que tengamos un entendimiento preciso de esos parámetros como para ser capaces de pensar que los controlamos. Realmente sí tenemos control sobre algunas cuestiones, pero aunque nuestra tecnología es muy potente, nos queda mucho que aprender todavía.
—Lo vemos con los efectos del cambio climático. —El problema de las alteraciones climáticas es un ejemplo claro de esa complejidad. Independientemente de los efectos que ya estamos viendo, el principal riesgo en el cambio climático es que nos salgamos de una situación de equilibrio y cuando esto ocurre, en un fenómeno multiparamétrico, la siguiente situación de equilibrio que encontremos no tiene por qué ser la misma, e incluso podría ser completamente distinta. No tenemos ni idea de a dónde vamos o hacia dónde podemos ir.
—Como responsable del proyecto del acelerador de partículas de Granada, clave para la futura energía de fusión, sobre usted recae el peso de una parte muy significativa del futuro energético de la humanidad ¿Cómo se sobrelleva esta responsabilidad?
—No he pensado demasiado en eso. Siempre he creído que el desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata y, de hecho, mirando a la historia, los desarrollos humanos más significativos han estado claramente relacionados con la disponibilidad de una nueva forma de energía o de una mejor forma de explotarla. El futuro que nos espera depende de tener esa energía asequible, y la forma en la que estamos generando energía en la actualidad es claramente insostenible, no lo digo solo por el efecto en el clima, sino porque estamos utilizando recursos finitos. Los métodos de producción tienen que cambiar radicalmente y, si queremos progresar, tenemos que producir mucha más energía que la que ahora generamos. No me gusta plantear fechas, sino que dentro de unas cuantas décadas tendremos que ser capaces de producir más energía que ahora y mediante métodos que no se usan en la actualidad o se utilizan muy poco. Es verdad que empleamos algunos sistemas como la fotovoltaica y renovables en general, pero el porcentaje global de lo que generamos en el mundo es muy pequeño. Dentro de cien o doscientos años tenemos que ser capaces de producir tres o cuatro veces más que ahora utilizando métodos radicalmente distintos a los de ahora. Ahora no tenemos claro cuáles serán esos métodos. Estamos en una encrucijada… Nunca es bueno fiarse de una única fórmula y conviene tener disponibles diversas opciones. Siempre he pensado que la fusión, junto a fotovoltaica y renovables en general tienen que ir juntas, y no hay mucho más que pueda ser relevante.
—¿Cree que deberíamos parar, intentar reducir nuestras necesidades energéticas?
—A pesar de que hay gente que piensa que debemos ir hacia un decrecimiento, se ha demostrado históricamente que el desarrollo y el bienestar humano está directamente relacionado con el consumo de energía. Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos consumista, menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable, porque los que son viajeros, consumistas y vivimos por encima de ciertos niveles somos pocos, Estados Unidos, Europa y poco más, y otros como China, África, India y países menos desarrollados, tienen que aumentar mucho sus necesidades energéticas para ser como nosotros.
—¿Se puede explicar de forma sencilla qué es el proyecto del acelerador de partículas?
—Es una herramienta que hemos diseñado para simular el entorno que habría en un reactor de fusión y comprobar cómo se comportan algunos de los componentes y materiales que queremos utilizar dentro de un futuro reactor de fusión, no es nada más que eso. En lugar de construir un reactor de fusión, que todavía no sabemos cómo hacerlo y costaría mucho dinero, hemos diseñado un sistema, más barato, que nos permite constatar el funcionamiento de un reactor a escala pequeñita. Pretendemos hacer experimentos de forma que entendamos lo que podría ocurrir en un futuro reactor. Podríamos construir cinco reactores y ver si alguno de ellos funciona, pero esa manera no tiene lógica y si lo quieres hacer con metodología, la simulación en el acelerador es esencial en el camino del desarrollo de esta tecnología.
—Si en España conseguimos dar con los materiales que favorecerán la generación de energía de fusión de forma más sencilla y segura… Estamos ante un verdadero hito histórico y científico…
—Creo que sí, es un hito y es relevante en dos aspectos diferentes. Nos va a permitir explorar un área de la ciencia, los materiales, mediante una herramienta que no se ha construido nunca, un área nueva del conocimiento. Por otra parte, la tecnología que nos permite construirlo también es nueva, estamos explorando un área nueva en la tecnología de aceleradores, de forma que si el proyecto funciona razonablemente bien, las siguientes generaciones de aceleradores y experimentos que se basen en ellos aprenderán de lo que desarrollemos nosotros y se harán cosas que ahora no se pueden hacer… Estamos explorando territorios desconocidos.
—¿Es la fusión la energía del futuro?
—Esa es mi apuesta. Creo que puede ser una de las energías del futuro. No me gusta decir que vamos a utilizar una única fuente de energía, eso no tiene lógica, tenemos que usar varias en paralelo, pero la fusión puede ser una de las más importantes en el futuro.
—¿El problema, por el momento, está en conseguir que la energía producida para la fusión sea mayor que la que has consumido?
—Sí, conseguir una reacción de fusión es muy fácil, solo necesitas un átomo de tritio y otro de deuterio y que choquen entre sí, se puede hacer en cualquier laboratorio, lo que es muy difícil es producir muchas reacciones de fusión a la vez y que la energía que necesitas para hacerlo sea menor que la que produces. En algunos experimentos en Estados Unidos e Inglaterra se ha conseguido de forma inicial, pero no se tienen en cuenta el gasto energético de los sistemas que hay alrededor del experimento y que son fundamentales para que haya funcionado, aún no hemos conseguido que la energía que sale sea mayor que la que hemos necesitado para producirla.
—Y los plazos ¿tenemos que pensar en decenas de años?
—El problema de estos proyectos es que son relativamente caros, la velocidad a la que puedes desarrollar las cosas depende de la cantidad de dinero que tienes. Si puedes lanzar varios proyectos en paralelo puedes avanzar más rápidamente. Con el nivel de financiación que hay ahora se espera que el desarrollo de la fusión, con el proyecto ITER en Francia, IFMIF-DONES en España con el estudio de materiales, y un DEMO, que podrá generar electricidad. Ese reactor de demostración podría construirse en los años cuarenta de este siglo y podría funcionar en los cincuenta razonablemente, pero eso no significa nada. Es demostrar que la tecnología funciona, pero no sería significativo en el mercado eléctrico. Para conseguir un 10% de las necesidades del mercado supondría haber construido varios cientos de reactores de fusión, no uno de demostración. Para hacerlo necesitamos varias generaciones. Después de este DEMO habrá dos o tres primeros reactores, otros diez o veinte y más tarde, cincuenta o sesenta, y llegar a un 10% del mercado, falta mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo llevamos instalando placas fotovoltaicas en el mundo? Medio siglo y no llegamos al 5% del mercado mundial, la energía de fisión no llega al 15% a pesar de llevar más de cincuenta años. Convertir la fusión en una fuente de energía significativa para la humanidad llevará tiempo.
—Las necesidades energéticas en el mundo son muy diferentes, unos territorios tienen mayores necesidades que otros
—Los consumidores somos muy diferentes, no es igual una fábrica de coches que el consumo en una casa o la red de iluminación de una ciudad. La forma de alimentar esas necesidades es mediante fuentes de energía de base, que con las que de forma constante están generando las necesidades básicas, pero además debemos tener otras fuentes que podemos encender y apagar cuando lo necesitemos de forma puntual. Hasta ahora ha funcionado razonablemente bien, con la nuclear como energía de base y otras como las del gas, fuel o carbón, que son fáciles de encender o apagar. Hemos añadido recientemente la solar y eólica, que son variables, pero tienes que seguir teniendo fuentes que puedas encender y apagar.
—¿Es coherente, entonces, seguir utilizando fuentes como las centrales de fuel o carbón para momentos de mayor necesidad energética?
—Es necesario y, en este momento, no hay alternativa. Quizás las de carbón sean las menos recomendables, pero se están usando las de gas. Cada vez que instalas un parque fotovoltaico o eólico, tienes que reservar una determinada capacidad en una central de gas para cuando no lo hacen las placas o el viento. Estas fuentes de energía están directamente relacionadas.
—¿Es positivo seguir en la línea del autoconsumo. Debemos continuar instalando placas en los tejados?
—Es bueno, para el consumidor está bien, pero me preocupa que para crear los paneles solares y aerogeneradores se necesita una gran energía para su producción, y no quiero pensar en lo que ocurrirá cuando haya que reciclar todas esas instalaciones se necesitará una cantidad ingente de energía. No estoy seguro de que sea lo mejor desde el punto de vista de eficiencia. Nos viene muy bien como consumidores, pero pensando en el futuro, me preocupa.
—¿Deberíamos cambiar nuestros hábitos de consumo para conseguir una sociedad que ahorre energía?
— Yo creo que es bueno que seamos conscientes de las consecuencias de lo que hacemos, de forma que cuando coges un avión o el coche y haces 500 kilómetros tu solo en lugar de tomar un autobús, hay que ser consciente de lo que hacemos. Pero lo que creo es que aunque nos moderemos un poco, al final, el bienestar humano está correlacionado con la energía.
—¿Es cierto que las tecnologías de la información, el uso de internet, las redes sociales, el comercio y el ocio on-line, son grandes consumidores de energía?
—Sí. Es un ejemplo que pongo siempre aunque sea algo muy evidente. Uno de los mayores consumidores de electricidad del mundo es internet. Lo primero que tendríamos que hacer si queremos aplicar la filosofía de volver a una sociedad menos consumista sería cortar internet. Me preocupa y me produce indignación que se estén almacenando los ‘memes’ que vienen por Whatsapp en centros de datos en el mundo. Tenemos que pensar que lo que tenemos en el móvil ocupa sitio en muchos centros de datos distribuidos por ahí. Los centros de datos son unos consumidores de energía salvajes, de forma que la energía que estamos desperdiciando en guardar jilipolleces, con perdón, es bestial. Es que el 95% del uso que hacemos de la red es ocio y no tenemos ningún control sobre ello. Es una auténtica barbaridad la energía que se gasta para cosas que no son ni útiles ni necesarias. Cuando algunas personas defienden que no viajemos en avión y cojamos el tren, no nos dicen que lo primero que tendríamos que hacer es no utilizar las redes sociales para decir eso. Evidentemente exagero un poco, pero hay que ser consciente de esta cuestión. Estamos haciendo un mal uso de herramientas maravillosas y útiles.
—¿Cerrar y desmantelar las actuales centrales nucleares es coherente, o lo ideal sería utilizarlas a la vez que otras fuentes de energía?
—Aquí hay dos aspectos diferentes a tener en cuenta. Una es abrir nuevas centrales y otra cerrar las que están funcionando en este momento. Desde un punto de vista meramente económico, cerrar las actuales es un error. Mientras sean seguras y en España hay métodos de control suficientemente avanzados para pensar que son razonablemente seguras, es un error, porque están construidas y pagadas, solo gastan combustible y el coste producción es relativamente bajo. Cada central que cerramos tendríamos que sustituirlas por otras nuevas, sean de fuel, fotovoltaicas o lo que sea. Yo mantendría las centrales que hay en España al menos unos cuantos años más hasta que la investigación vaya avanzando. El ejemplo es lo que ha hecho Alemania. Allí se cerraron todas sus centrales y la consecuencia ha sido que ahora son los mayores consumidores de carbón de Europa, con la gran emisión de CO2 que supone, son los mayores emisores de Europa. Construir nuevas centrales es más complicado. Depende de las necesidades de cada país. Inglaterra está construyendo, como Finlandia, Francia quiere hacerlo, Dinamarca debate sobre si hacerlo o no, pero yo soy un poco crítico en el sentido de que la generación actual de centrales nucleares, que se basan en uranio 235, tienen un tiempo de vida relativamente limitado. Hay uranio suficiente, pero es limitado. La forma en la que se está gastando el uranio no es la mejor, se quema poco uranio. Si quisiéramos utilizarla como fuente de energía habría que utilizar reactores de cuarta generación, más rápidos, pero también más complicados y no veo que se esté progresando. No lo tengo tan claro para los nuevos reactores, pero para los que ya están, se deben mantener.
—¿Camina la humanidad hacia el colapso energético, incluso a medio plazo?
—Tenemos un riesgo de colapso energético, pero soy optimista. Mirando la historia, la humanidad ha encontrado siempre soluciones tecnológicas que le han permitido solucionar los grandes retos. Recuerdo las famosas predicciones sobre alimentación y hambruna mundial que hacia Malthus en el siglo XIX eran catastróficas. No había capacidad para generar el alimento que necesitábamos. Eso ha cambiado radicalmente, no porque Malthus se equivocase, sino porque la humanidad consiguió un desarrollo tecnológico que ha permitido pasar de sacar 50 kilos por hectárea a conseguir 5.000. Será criticable o no, pero la eficiencia para producir comida ha variado de forma muy considerable en 200 años. En el tema energético pasará lo mismo, tiene que producirse una disrupción tecnológica, que se está realizando ya con la fotovoltaica y eólica, y el futuro de la fusión y otras fuentes energéticas nos permitirán conseguir energía suficiente y barata en el futuro. Si no es así el colapso energético es uno de los riesgos a medio y largo plazo.
POSIBLES FRASES Y SUMARIOS
La fisión es romper los átomos y, al partirlos, se genera energía, la fusión es pegar los átomos, que al unirlos se produce y energía
Imitamos el mecanismo que utiliza la naturaleza para crear las estrellas y los planetas
Durante toda la historia de la humanidad hemos intentado imitar, e incluso mejorar, lo que encontramos en la naturaleza
Hace 12.000 años el hombre reprodujo el crecimiento de las plantas y creó la agricultura, un paso tan grande como recrear lo que ocurre en el sol
Nos queda mucho que aprender para entender las claves que rigen el planeta
El principal riesgo en el cambio climático es que nos salgamos de una situación de equilibrio
El desarrollo humano, el futuro de la humanidad, depende críticamente de disponer de energía especialmente barata
La forma en la que estamos generando energía en la actualidad es claramente insostenible
Dentro de cien o doscientos años tenemos que ser capaces de producir tres o cuatro veces más que ahora utilizando métodos radicalmente distintos a los de ahora
Pensar que podemos ir hacia atrás en nuestras necesidades energéticas y que seremos capaces de vivir en una sociedad menos consumista, menos ambiciosa, menos viajera, etc… no es viable
Que en España consigamos dar con los materiales que facilitarán la energía de fusión de forma sencilla y segura, es un hito histórico para la ciencia y la sociedad
Mi apuesta es que la fusión sea una de las energías del futuro
En el futuro tenemos que utilizar diferentes fuentes energéticas en paralelo y la energía de fusión será de las más importantes
Necesitamos varias generaciones para llegar a construir un centenar de reactores de fusión que produzcan un 10% de la energía que necesitamos
Es necesario, y no hay alternativa, seguir utilizando centrales de fuel y carbón para necesidades puntuales
Me preocupa la cantidad de energía que necesitamos para la producción de placas solares y aerogeneradores y no quiero pensar lo que ocurrirá cuando tengamos que reciclar los equipos obsoletos
El bienestar humano está correlacionado con la energía, por lo que tenemos que ser conscientes de lo que consumimos
Uno de los mayores consumidores de electricidad del mundo es internet
Es una auténtica barbaridad la energía que se gasta para cosas que no son ni útiles ni necesarias. Estamos haciendo un mal uso de herramientas maravillosas y útiles.
Creo que es un error cerrar centrales nucleares mientras sean seguras y en España hay métodos de control suficientes para elloEn Alemania se cerraron sus centrales nucleares y ahora son los mayores consumidores de carbón de Europa
“Si no cambiamos nuestra forma de vida e intentamos ser una especie más de la biosfera, veo el futuro bastante complicado”
“La cultura material ha tenido un papel importantísimo en nuestra evolución y es diferente a cualquier otra adaptación biológica.”
“El hombre será el principal protagonista de una sexta extinción o colapso de la de la especie, aunque es posible que no todo el mundo desaparezca”
JUAN ENRIQUE GÓMEZ
Conocer el pasado puede ser el camino para descubrir el futuro. Es lo que piensa el paleoantropólogo José María Bermúdez de Castro y Risueño (1952), que se ha convertido en una de las figuras más representativas para el estudio de la evolución humana en el mundo. Codirector del proyecto Atapuerca, primer director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), escritor y académico de la Real Academia Española, desearía encontrar un cráneo completo de un millón de años, sería su ‘Santo Grial’, pero mientras tanto ha puesto las bases para conocer mejor nuestros orígenes, ha descubierto cómo éramos hace cientos de miles de años, la evolución y las relaciones entre diferentes especies del género Homo, especialmente entre Homoneanderthalensis y Homosapiens.
El conocimiento de nuestros ancestros le permite evaluar hacia dónde caminamos, comprender como es irremediable la ruptura del equilibrio del hombre con la naturaleza; observar como la humanidad será protagonista de la próxima extinción, que será difícil de evitar, pero aún podría retrasarse y paliarse. Reconoce que tendríamos que vivir de una manera más respetuosa con el planeta, pero no podemos cambiarlo porque tenemos que alimentarnos y seguir adelante con nuestra forma de vida.
Cree que la cultura ha sido el mayor detonante de la evolución, que la inteligencia en los humanos se alimenta de la formación y que en la diversidad de la especie está su mayor esperanza
-¿Es imprescindible conocer nuestros orígenes para marcar nuestro futuro?
-Creo que sí, naturalmente. Siempre nos hemos preguntado quiénes somos, qué hacemos aquí, cuál es nuestra naturaleza, qué somos realmente. Tener una referencia es fundamental. Un hijo que no conoce a sus padres se pregunta: ¿quiénes eran?, ¿cuál es mí procedencia?, ¿dónde he nacido? Son las mismas preguntas que nos hacemos como especie: ¿quiénes han sido nuestros ancestros y nuestros progenitores más antiguos? Son preguntas fundamentales para conocer nuestra verdadera identidad. El estudio de la evolución humana nos ofrece algunas respuestas y eso nos hace sentirnos mejor.
-¿Nos va ayudar a encontrar la senda que nos lleve al mejor de los futuros?
-Claro, debería ser así, pero únicamente sí todos —sin excepción— tuviésemos un verdadero interés por conocer los orígenes, los fósiles, la prehistoria, cómo y de dónde hemos surgido, qué especies son nuestras hermanas… Si todo el mundo tuviese ese interés y conociese nuestros orígenes, nuestra evolución, la especie llevaría un camino completamente distinto al que hemos seguido hasta este momento y cambiaríamos radicalmente nuestro futuro para tener opciones para seguir siendo una especie más de la biosfera. De no ser así veo el futuro bastante complicado.
-De sus palabras se deduce que no estamos demasiado descaminados cuando se habla de que en la sexta extinción el ser humano será el principal protagonista.
-Desde luego, puede ser así. Sin embargo, es muy posible que no todo el mundo desaparezca caso de producirse esa sexta extinción, un colapso de la especie, una situación que nos llevase al límite o como queramos denominarlo. Los expertos nos avisan a través de los medios; leemos y escuchamos centenares de noticias que nos dicen lo que puede ocurrir. Pero a pesar de ello actuamos como lo hemos hecho hasta ahora, sin tener en cuenta los datos y las previsiones. Tenemos una vida que no podemos cambiar de la noche a la mañana. Si vivimos en Pekín, Washington, o Madrid, ¿cómo nos movemos para ir al trabajo, al médico o para realizar cualquier trámite? No nos queda más remedio que coger cualquier transporte y contaminar sin remedio. ¿Qué hacemos entonces?, ¿dejamos de ir a trabajar y nos quedamos en casa? No podemos hacer eso, tenemos que seguir viviendo. Lo hicimos, por cierto, durante el confinamiento y vimos los efectos a corto plazo. Nadie sabía qué podía suceder cuando empezamos a utilizar automóviles, ordenadores, teléfonos móviles o cualquier otro artilugio contaminante. Ahora es muy difícil dar marcha atrás a nuestro modo de vida y tendremos que afrontar lo que nos llegue de manera irremediable.
-Si no es posible evitar ese destino al que nos dirigimos, al menos ¿podríamos paliarlo o reconducirlo?
-Es verdad que mis palabras suenan a alguien desesperado, pero la verdad es que no se puede hacer nada para evitarlo… pero sí, es cierto que podemos paliar en parte los problemas que generamos; podríamos retrasar lo inevitable, pero ya estamos en un momento en el que me temo ya no hay retorno.
-¿Qué podemos hacer?
-Se están haciendo esfuerzos, pero el proceso es muy lento. Me pregunto qué podríamos hacer para que todos los españoles o habitantes del planeta dejáramos de utilizar vehículos contaminantes, incluidos los eléctricos. Solo sería posible si tuviésemos una varita mágica que de la noche a la mañana lo cambiase todo. Es una utopía. Ojalá podamos verlo, pero vamos a pagar un precio muy alto, en vidas y en economía. Esto es así, y quizá la esperanza es que somos 8.000 millones en el planeta y alguien quedará para verlo y tal vez continuar la vida bajo parámetros diferentes.
-A lo largo de la historia ha habido cambios muy significativos, primero en el género Homo y una gran variabilidad en la especie Homo sapiens, ¿Es cierto que en la actualidad se reduce esa variabilidad y caminamos hacia una uniformidad poco deseable?
-Afortunadamente no es así. Pienso que ahora tenemos tantísima diversidad en el planeta, que en mi opinión no representa un problema. No ocurría lo mismo en el pasado, cuando éramos pocos, cuando nos contábamos por miles o cientos de miles. La escasa variabilidad podía ser un problema para el desarrollo y la evolución de la especie, porque estábamos bajo la dictadura de la selección natural en un medio cambiante. Sin el apoyo que hoy en día nos presta la cultura estábamos expuestos a que un cambio ambiental diera al traste con las especies de nuestra filogenia en un momento concreto de nuestra evolución. En la actualidad, de esa filogenia solo queda una especie: Homo sapiens, que se ha expandido por todo el planeta. La riqueza biológica de nuestra especie es enorme y pienso que podemos responder a cualquier cambio ambiental como expliqué antes. Pero a nivel de grupo zoológico lo peligroso es precisamente que ya estemos solos sin la compañía de otras especies como los propios neandertales. Si nosotros desaparecemos, nuestra filogenia habrá terminado, como ya lo han hecho cientos de ellas. Pensemos en los dinosaurios. Eran animales formidables, aparentemente invencibles. Un meteorito —un hecho fortuito—cambió las condiciones ambientales del planeta y lo único que ha quedado de ese mundo perdido son los restos fósiles que nos dan testimonio de su existencia.
-¿Entonces, tampoco le preocupa que la globalización sea un freno a la diversidad?
-Ante todo, es importante saber que el estudio de nuestros orígenes nos explica que nuestra especie se conformó en África hace unos 200.000 años. Desde allí nos dispersamos por todo el planeta, lo que ha generado una enorme diversidad biológica y cultural, que todavía persiste en el planeta. Dicho esto, tenemos que saber que está sucediendo con una y otra diversidad. Como he explicado en preguntas anteriores, la diversidad biológica no es preocupante, porque los genes no se comparten con rapidez y la riqueza genómica que se ha creado es enorme. La globalización cultural, en cambio, se produce a enorme velocidad, se pierden tradiciones, lenguas y formas de vida que enriquecen nuestra especie. Tendemos a unificar nuestro modo de vida y lo hacemos cada vez más deprisa. Usamos coches japoneses, alemanes, americanos, etcétera; las dietas tienden a parecerse cada vez más y hasta copiamos tradiciones que nos parecen interesantes. Hay un mercado mundial en el que todo, tanto lo material como lo inmaterial, tiende a ser uniforme y, por ende, más pobre. Volviendo a la biología, el mestizaje es muy deseable, porque mejora nuestra riqueza genética. Cuando alguien se marcha a Japón y tiene una pareja puede tener hijos mestizos. Esto es fantástico, porque estaremos generando nuevas combinaciones genéticas para enriquecer la diversidad de la especie; pero sucede muy pocas veces en comparación a lo habitual. La mayor parte de los españoles procrean españoles y la mayoría de los chinos procrean chinos. Ojalá el mestizaje fuera mucho más rápido y sin miedo alguno. Esto sería muy bueno para la especie.
-¿También la cultura, entendida como un cúmulo de conocimientos y experiencias, modela la evolución?
-Sí, por supuesto, la cultura ha cambiado nuestra evolución de una manera dramática. Hace unos tres millones de años comenzamos a transformar la materia prima que teníamos a nuestro alcance y a emplearla en nuestro beneficio. Esa transformación de la materia prima fue el inicio de nuevas experiencias y perspectivas, que nos llevó por un camino muy diferente al de cualquier otra especie. La «cultura material» ha tenido un papel importantísimo en nuestra evolución y es diferente a cualquier otra adaptación biológica. De lo que se trata es de emplear elementos externos y usarlos como si fuesen una prolongación de nuestro cuerpo. Cuando utilizo un tenedor, lo que estoy haciendo realmente es alargar mis manos para poder comer con mayor facilidad. He prolongado mis extremidades con elementos extraños que me ayudan en una función determinada. Ese ejemplo puede servir para cualquier elemento material, como un televisor, que nos permite ver lo que sucede a miles de kilómetros de distancia o un teléfono móvil, con el que podemos escuchar a otros individuos aunque estén muy alejados de nosotros.
-¿Cuándo se produce la chispa que podría considerarse el paso a la inteligencia?
-Lo primero que debemos saber es de qué inteligencia estamos hablando, si es que somos capaces de definirla. Si nos referimos a las habilidades cognitivas que permiten a una especie adaptarse a su medio, es evidente que todas las especies tienen algún tipo de «inteligencia», por lo que la cuestión no es sencilla de responder. Entiendo que la pregunta se refiere a esa capacidad que tenemos los seres humanos para entender, comprender, razonar, enseñar… Nosotros, obviamente, somos más inteligentes que los chimpancés —aunque no sé si mucho más… tengo mis dudas. Y si nos atenemos a lo que encontramos en el registro arqueológico es evidente que, de manera global, somos más inteligentes que otras especies ancestrales, como Homo habilis, Homo erectus, Homo antecessor y, tal vez Homo neanderthalensis. Pero sólo nosotros hemos desarrollado un pensamiento simbólico extraordinario; empleamos conceptos muy complejos y abstractos, estamos intentando comprender el universo que nos rodea y ya enviamos artilugios al espacio para conocerlo mejor. Los neandertales desaparecieron cuando estaban en el camino de conseguir capacidades similares a las nuestras. Así que yo no hablaría de una chispa, sino de la acumulación de unas cuantas mutaciones genéticas afortunadas, gracias a las cuales hemos podido desarrollar capacidades nunca antes logradas entre las especies que han habitado nuestro planeta.
-¿Y en el caso de los neandertales?
He mencionado antes a los neandertales (Homo neanderthalensis). Vivieron durante miles de años en un mundo hostil, en el las glaciaciones del último millón de años afectaron sobre todo al hemisferio norte y no permitieron su continuidad en el planeta. Según lo que nos cuentan los genetistas, la especie se fragmentó en grupos reducidos y sobrevino una endogamia perniciosa que los perjudicó y diezmó. Lo cierto es que cuando esto estaba sucediendo, nuestra especie se encontraba en un estado evolutivo muy similar en un medio mucho más favorable, a juzgar por las evidencias que nos ha dejado el registro arqueológico. Sabemos que los neandertales hablaban, hibridaron con nosotros en un territorio común durante 80.000 años, realizaban una tecnología compleja y estaban empezando a dejar evidencias de cierta capacidad simbólica. La pregunta obvia es ¿qué hubiera sucedido si ellos hubieran prosperado y no lo hubiéramos hecho nosotros?, ¿habrían tenido los mismos cambios genéticos —o similares— y habrían dado ese salto hacia una civilización equiparable a la nuestra? Por desgracia, nunca podremos responder a esa pregunta. Pero sí es cierto que de no haber sido nosotros, hubieran sido ellos.
-La expansión del hombre se ha realizado, en parte, a costa de los ecosistemas y sus habitantes. ¿Deberíamos volver al equilibrio con la naturaleza? ¿Aún es posible hacerlo?
-Sería lo ideal, pero ahora mismo creo que es una utopía. Somos 8.000 millones de personas en el mundo, necesitamos grandes cantidades de comida y energía, para poder sobrevivir como especie y el planeta ya se nos queda pequeño. Nos hemos expandido cada vez más y vamos eliminando ese equilibrio natural que siempre hubo en muchos ecosistemas. pensemos por ejemplo en la península Ibérica. Hace 20.000 años era un lugar donde se podía cazar, recolectar, había interminables arboledas donde encontrábamos caza y recolección para alimentarnos. Ahora, cuando recorremos Castilla, observamos que la mayor parte de los espacios naturales han sido sustituidos por cultivos, que necesitamos para nuestra supervivencia. De ese modo, hemos desequilibrado un medio en el que había sitio para otras muchas especies; y lo hemos transformado, por imperiosa necesidad, casi para nuestro único beneficio y el de los animales domésticos que nos acompañan para tareas de las que nos beneficiamos. Siendo una especie extraordinariamente numerosa tenemos enormes necesidades para alimentarnos. El equilibrio natural ha desaparecido. Nos preguntamos si eso es bueno o es malo, pero la respuesta ya es indiferente. La realidad es que no queda más remedio que seguir el camino que comenzamos hace varios miles de años cuando domesticamos las plantas y los animales. Si no conseguimos la energía que necesitamos no podríamos sobrevivir como especie y tendríamos que reducir nuestro número a lo que fuimos en un momento determinado. Ahora somos miles de millones, —la cifra es increíble para un mamífero de tamaño medio como nosotros—. Pero en nuestros orígenes la densidad de población era muy baja: un par de habitantes por kilómetro cuadrado, como ocurre en ciertos territorios de la España vaciada. Pero la densidad es enorme en muchas regiones del planeta y lo que produce la tierra es insuficiente. Además, no solo tenemos necesidades alimentarias, sino la de poseer los innumerables objetos que forman nuestra cultura material. Todos necesitamos un móvil, un coche y tantas y tantas cosas que la lista sería interminable. Delante de mí tengo un ordenador; ese aparato no solo contamina al utilizarlo, sino que para crearlo ha habido que hacer un esfuerzo tecnológico que ha producido desechos; pero lo necesito para poder seguir con mi vida normal y relacionarme con los demás. Con todo ello hemos roto un equilibrio, que difícilmente podemos recuperar.
-¿Cree que la emergencia climática, el cambio climático global, en el que se incluye el efecto del hombre, nos puede llevar al colapso de la humanidad
-Evidentemente. No soy un experto en clima, pero veo los datos y si tienes un poco de inquietud comprendes que se está produciendo un cambio climático influido por nuestra propia actividad. Ese cambio climático está elevando la concentración de CO2 y otros compuestos en la atmósfera a niveles desconocidos hasta el momento. Estamos experimentando cambios muy bruscos y perniciosos como las sequías persistentes, la alteración de los ritmos de pluviosidad, etc. Los fuegos que nos asolan no solo son consecuencia de esos cambios, sino de una densidad de población muy elevada, de la actividad de personas que muchas veces desconoce las consecuencias de sus actos. Curiosamente, hemos llegado a un punto en el que los refranes de la sabiduría popular ya no nos sirven…refranes como Hasta el 40 de mayo no te quites el sayo, Abril aguas mil… ya no son aplicables. Los expertos lo están prediciendo y en los próximos años veremos que esas predicciones se van a cumplir: mayor mortalidad por el calor extremo, falta de agua para la vida de los cultivos, lluvias torrenciales que eliminan el suelo formado durante décadas, etc. No tenemos más remedio que buscar soluciones. Las hay, por supuesto, pero son costosas tanto en vidas humanas como en el PIB de los países; y algunos se lo puedan permitir —curiosamente, los que menos están contribuyendo al cambio climático.
-Está claro que tenemos que apostar por la ciencia, el conocimiento y la investigación
-Por descontado. Se trata de un requisito absolutamente indispensable para salir del atolladero en el que nos hemos metido sin apenas darnos cuenta. Los avances científicos pueden conseguir aminorar las consecuencias de los cambios que se avecinan a gran velocidad. Pero el mayor problema es que hemos de atender otras cuestiones, como las guerras tan cruentas que vivimos ya en directo y nos distraen de lo esencial. Hemos dedicar nuestro esfuerzo y nuestros medios a construir armamento, porque tenemos que sobrevivir a nuestra propia ineptitud. Insisto en que no somos tan inteligentes como creemos.
-La cultura, las mitologías, la religión, han formado parte sustancial del hombre desde sus orígenes ¿Por qué el ser humano ha necesitado siempre creer en la mediación de los dioses?
-Hay estudios sobre ello. Durante el Neolítico, un momento clave de la humanidad, —no olvidemos que somos herederos de ese período neolítico—, innovamos la domesticación de las plantas y de los animales. Ya no era necesario recorrer largas distancias buscando alimento, que ahora tenemos a nuestra disposición en áreas mucho más reducidas. El riesgo para la vida del cazador y recolector desapareció, pero surgió un riesgo diferente. Conseguimos muchos alimentos, teníamos más descendientes y la población comenzó a crecer. Tuvimos que construir fortificaciones para defender la comida y nuestros enemigos ya no eran los depredadores, sino miembros de nuestra propia especie, que deseaban conseguir de manera sencilla lo que otros conseguían con esfuerzo. El aumento poblacional generó también tensiones internas, que había que controlar. Ciertos individuos, generalmente bien formados, idearon una manera de control de esas tensiones. Surgieron así las mitologías, los dioses que todo lo ven y lo controlan. Los castigos ante la desobediencia eran ejemplares y los grupos humanos, generalmente con una formación elemental, obedecían por temor a esos dioses justicieros. El origen de las religiones ha sido estudiado por numerosos expertos y las conclusiones más importantes se han publicado en revistas tan prestigiosas como Nature, donde todo el mundo puede leer y reflexionar sobre las investigaciones de los expertos en estas materias tan importantes para la vida de las poblaciones humanas actuales.
-Hablemos de Atapuerca. ¿Seguirá siendo Atapuerca fundamental para explicarnos la evolución humana, seguirá aportando datos y nuevos descubrimientos?
-Estamos trabajando en once yacimientos y sabemos que hay muchos más. Los que llevan varios años en explotación han dado resultados extraordinarios. Los que están comenzando ya han ofrecido datos muy prometedores. En definitiva, pensamos que se puede excavar durante varios cientos de años sin que los yacimientos se agoten. Por citar alguno, puedo hablar del yacimiento de Cueva Fantasma, que Eudald Carbonell y yo mismo visitábamos todos los años sin comprender bien su potencial. Un buen día descubrimos que se trataba de una gran cueva, cuyo techo se había derrumbado por algún motivo. Nos dimos cuenta de que ese techo se había caído cuando se realizaban labores de cantería en sus proximidades. Durante varios años quitamos los enormes bloques de caliza desprendidos del techo empleando maquinaria pesada. Ante nuestros ojos fue surgiendo el yacimiento más grande de la sierra, que tardará decenas de años en ser excavado por varias generaciones de expertos.
¿Habrá continuidad en el concepto de Atapuerca cuando ya no estén sus codirectores e impulsores? -Yo pienso que sí. Lo digo porque durante los treinta años de dirección de Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y yo mismo se ha formado un equipo extraordinario de cerca de 70 profesionales de diferentes disciplinas y de varias generaciones. Algunos/as de ellos y ellas ya están llevando un buen peso de las excavaciones e investigaciones en diferentes instituciones españolas. Hay mucho talento y la continuidad está asegurada.
-Presentaron el rostro del primer europeo, con 800.000 años de antigüedad y ahora estudian otro con 1,2 millones de años, todo un logro científico.
-Fue muy sorprendente cuando presentamos el primer rostro europeo, de Homo antecesor, con 800.000 años de antigüedad, que resultó ser muy parecido a nosotros. la parte media de la cara de esta especie es muy similar a la nuestra. Nadie esperaba un resultado como éste. Ahora nos encontramos ante un rostro humano de hace 1,2 millones de años. Para tener una datación más precisa es necesario esperar un par de meses. Se están aplicando varios métodos, que luego se cruzarán para estar seguros de la antigüedad. Hemos presentado el resto fósil a los medios, y estamos trabajando para recomponer los fragmentos que hemos encontrado hasta el momento su cara. Faltan todavía muchas piezas, que tal vez puedan aparecer este año, cuando se excave una superficie mayor alrededor del punto del primer hallazgo. Este hallazgo, fue realmente una gran sorpresa, porque el rostro está formado por huesos muy finos y muy frágiles y se conservan muy mal. Hay muy pocos ejemplares de esta antigüedad en Eurasia —únicos en Europa occidental—, por lo que ante nosotros tenemos una oportunidad excepcional de conocer el rostro de los europeos más antiguos.
-¿Cómo se siente al ser académico de la lengua?
-Fue una sorpresa increíble. Algunas personas me preguntaban con cierta curiosidad qué hacía yo en esa institución. Lo cierto es que yo también me preguntaba cuál era mi papel junto a escritores, filólogos, filósofos, lexicógrafos o personas del mundo del teatro y el cine. Algunos científicos han pasado por la Real Academia Española y, de hecho, me presentó José Manuel Sánchez Ron, historiador de la ciencia. He dedicado mi vida a la ciencia y la inmensa mayoría de mis trabajos están escritos en inglés, la lengua de la ciencia por historia y tradición. También he escrito unos cuantos libros de divulgación en castellano, pero ni de lejos puedo decir que soy escritor. Tan solo soy un divulgador de la ciencia. Sin embargo, varios meses después de presentar mi discurso de ingreso y empezar a trabajar en la Comisión de Ciencia y Tecnología puedo decir que la presencia de científicos en esta institución tan prestigiosa es una necesidad imperiosa. En el Diccionario de la Lengua Española existen muchos vocablos relacionados con la ciencia, que necesitan una revisión urgente. Muchas de las acepciones se redactaron en el siglo XIX o en la primera mitad del siglo XX. Incluso, me he encontrado con alguna acepción del siglo XVIII. Sabiendo la rapidez con la que ha evolucionado la ciencia en las últimas décadas, podremos darnos cuenta de que esos vocablos no están actualizados, cuando no son erróneos. El trabajo que tengo por delante es ímprobo, sumamente interesante y lo estoy haciendo con enorme interés. Por descontado, considero que es un privilegio formar parte de la Real Academia Española y contribuir a que nuestra lengua sea cada día mejor.
-Recibió el premio Príncipe de Asturias, supongo que un galardón como este supondrá un antes y después en el trabajo y trayectoria de un científico
-Fue un cambio radical para todos nosotros. Nuestro trabajo se incrementó de manera exponencial y mejoramos la calidad de nuestras investigaciones. Pero lo más significativo fue el cambio social que produjo este premio. La sociedad nos conoció mejor a nosotros y, en particular a nuestro trabajo, que adquirió mucha mayor relevancia. Los responsables políticos se dieron cuenta del valor del patrimonio que tienen los yacimientos de la sierra de Atapuerca. Y las buenas gentes que viven en sus proximidades pelearon junto a nosotros para conseguir que fueran declarados patrimonio material de la humanidad por la UNESCO. Este reconocimiento se consiguió en 2000 y desde entonces la trayectoria científica del equipo y el conocimiento sobre prehistoria y evolución humana en España ha crecido de manera increíble. Podemos afirmar que el premio supuso un antes y un después en todos los aspectos. Entre otros, pudo crearse la Fundación Atapuerca, uno de cuyos objetivos fundamentales es apoyar las excavaciones y las investigaciones, además de dar a conocer los resultados científicos más importantes logrados Atapuerca y en todos los yacimientos del mundo.
¿Qué le gustaría encontrar en una hipotética ‘excavación definitiva’?, ¿cuál sería el Santo Grial de Bermúdez de Castro?
-Yo creo que he hallado todo lo que tenía que encontrar y después de 40 años en Atapuerca me puedo dar por muy satisfecho. El objetivo de las excavaciones de yacimientos del Pleistoceno es saber más sobre nuestra historia evolutiva. Pero quienes nos dedicamos a esta profesión tenemos secretos que nos deberíamos confesar. Uno de ellos es encontrar fósiles humanos. Algunos colegas llevan excavando toda su vida y han realizado grandes hallazgos; pero no han tenido la fortuna de encontrar fósiles humanos; así que nos podemos sentir muy afortunados. Pero ya que me preguntas, me produciría una enorme satisfacción encontrar un cráneo completo de aproximadamente millón de años de antigüedad, que pudiera completar la cara hallada en 2022.
SUMARIOS / FRASES E IDEAS
Si no cambiamos nuestra forma de vida e intentamos ser una especie más de la biosfera, veo el futuro bastante complicado
Si todo el mundo tuviese un verdadero interés en conocer nuestros orígenes, nuestra evolución, la especie llevaría un camino completamente distinto al que hemos seguido hasta este momento
El hombre será el principal protagonista de una sexta extinción o colapso de la de la especie, aunque es posible que no todo el mundo desaparezca
Podríamos paliar o retrasar lo inevitable, pero ya estamos en un momento en el que me temo ya no hay retorno
Es una utopía pensar que podemos dejar de usar vehículos contaminantes, incluidos los eléctricos, solo sería posible con una varita mágica
Quizá la esperanza es que somos 8.000 millones en el planeta y alguien quedará para verlo y tal vez continuar la vida bajo parámetros diferentes
La riqueza biológica de nuestra especie es enorme y pienso que podemos responder a cualquier cambio ambiental
Hay un mercado mundial en el que todo, tanto lo material como lo inmaterial, tiende a ser uniforme y, por ende, más pobre
Ojalá el mestizaje fuera mucho más rápido y sin miedo alguno. Esto sería muy bueno para la especie.
Nuestra especie tiene tanta diversidad en el planeta, pero no representa un problema, sino una esperanza.
La «cultura material» ha tenido un papel importantísimo en nuestra evolución y es diferente a cualquier otra adaptación biológica.
Solo nuestra especie ha desarrollado un pensamiento simbólico extraordinario; empleamos conceptos muy complejos y abstractos.
Los neandertales desaparecieron cuando estaban en el camino de conseguir capacidades similares a las nuestras
Los neandertales hablaban e hibridaron con nosotros en un territorio común durante 80.000 años
Sería ideal que volvamos al equilibrio con la naturaleza, pero creo que es una utopía
Somos 8.000 millones de personas en el mundo, necesitamos grandes cantidades de comida y energía, para poder sobrevivir como especie y el planeta ya se nos queda pequeño
El cambio climático nos puede llevar al colapso de la humanidad
La ciencia y el conocimiento es un requisito indispensable para salir del atolladero en el nos hemos metido sin apenas darnos cuenta
Los avances científicos pueden aminorar las consecuencias de los cambios que se avecinan a gran velocidad
Juan Enrique Gómez periodista, director de Waste Magazine
Los fuegos en espacios naturales aumentan cada año a causa de la alteración del clima, las políticas radicales de no interferencia en la naturaleza, y la falta de inversión sobre la superficie forestal de todo el continente europeo, que lleva a la desafección y abandono de los habitantes de zonas rurales sobre sus propios territorios. El uso racional de los ecosistemas, su cuidado y aprovechamiento, son parte de las nuevas claves en la lucha contra el fuego.
JUAN ENRIQUE GÓMEZ
La conocida frase “los incendios se apagan en invierno”, casi en desuso desde hace décadas, ha vuelto a situarse en la mente de todos aquellos que viven, trabajan o, simplemente, disfrutan de los bosques en un país con grandes espacios naturales y un continente donde las masas boscosas son parte de su esencia paisajística. La gran cantidad de incendios que en los últimos años asolaron la península Ibérica, ha centrado la mirada sobre el estado de los espacios naturales, tanto sobre los protegidos como los que no gozan de una figura legal de salvaguarda de sus ecosistemas, con un resultado poco favorable a la labor realizada por las administraciones sobre nuestros montes. El fuego ha desvelado una situación de abandono grave, favorecida por la idea del conservacionismo radical de no actuar sobre la naturaleza ni siquiera para protegerla. Las llaman recuerdan que los bosques generaban una serie de beneficios ecosistémicos que repercutían en las poblaciones de su entorno que, a su vez, procuraban que la naturaleza siguiese su curso a base de pequeños trabajos de mantenimiento y cuidados, que ahora llamamos silvícolas, y que no son más que ayudar al monte a seguir su propia dinámica natural. Usos y aprovechamientos que, en gran parte del territorio, fueron olvidados.
Cuando se produce un gran incendio, todo el mundo clama por una limpieza total de los bosques, por la ordenación de los territorios como si se tratase de enormes arboledas ajardinadas, e incluso exigen la inmediata repoblación de los espacios quemados para que los troncos calcinados no nos recuerden nuestro propio fracaso. Las Administraciones se lanzan a una carrera por reacondicionar y reforestar, pero todo el mundo olvida que el fuego se apaga en invierno o lo que es lo mismo, las llamas lo tendrán más difícil si el monte forma parte de nosotros mismos, de nuestro trabajo, sustento, vivencias y ocio.
Desde hace dos décadas algunos científicos, como el catedrático de Botánica de la Universidad de Granada, Francisco Valle, señalan que los montes han de tratarse como lo que son, espacios naturales que tienen su propia dinámica que hay que respetar. Afirma que la prueba está en que los bosques no alterados, o naturalizados con criterios científicos, con matorral autóctono y diversidad de especies, se queman menos y, si el fuego se produce, se recuperan más rápido y mejor.
Recursos forestales
Hasta casi el final del siglo XX era habitual que los habitantes de zonas con masas boscosas utilizasen los recursos de las arboledas para cubrir sus necesidades, como recoger la leña caída tras las tormentas, recolectar frutos, extraer resinas, cuidar el matorral bajo el que crecerán las setas, mantener refugios para fauna, e incluso preservar la vegetación que servirá para prevenir avenidas que destrozan cauces e inundarían sus tierras. El uso continuado del espacio natural significa también ejercer un control y servicio de vigilancia permanente, además de prevenir posibles usos inadecuados y acciones de pirómanos. La implicación directa de los habitantes de las zonas rurales es la mejor garantía para la conservación de la naturaleza.
Pero no olvidemos la responsabilidad de quienes tienen la obligación de velar por el territorio. La gestión forestal es fundamental para apagar las llamas no solo cuando el bosque arde. Científicos como Francisco Valle, apuestan por volver a un uso racional y sostenible de los montes, que tenga como base de la recuperación del territorio con especies mediterráneas y evitar los bosques monoespecíficos en favor de una mayor diversidad vegetal. Gran parte de la superficie forestal de España, fundamentalmente en la mitad sur, son bosques de coníferas, sobre todo pinos, que se plantaron con el objetivo de sustentar el terreno y, más tarde, dar paso a plantaciones de matorral y otras especies arbóreas, pero este segundo objetivo no se llevó a cabo y los pinares crecieron muy densos con árboles muy juntos sin dar opción al crecimiento del matorral, lo que les ha hecho extremadamente vulnerables a los incendios.
El futuro pasa por trabajos de prevención que, a base de cortas y sacas programadas, reduzcan la densidad de los bosques y, tras ello, la plantación de matorral autóctono, que ayudará a hacerlos menos vulnerables a los incendios. Los expertos aseguran que es imprescindible la multiespecificidad de los bosques, ya que el fuego no se comporta igual con todas las especies. Una arboleda con diferentes especies ralentiza el avance del fuego. Además, apuestan por la apertura de áreas cortafuegos que no son las típicas franjas desbrozadas que roturan las laderas, sino espacios con matorral abiertos en zonas boscosas, a las que añadir carriles de acceso, bien acondicionados, para la realización de trabajos y, llegado el caso, atacar las llamas.
El uso racional del monte es considerado ya como una parte muy significativa de la solución ante el fuego y su prevención. Utiliza el bosque y ayudarás a su conservación, un antiguo concepto que vuelve a tenerse en cuenta. Las gentes han de recuperar el uso de la naturaleza. Carboneros, piñoneros, resineros y tantas otras profesiones asociadas a los recursos forestales, deberían recuperarse, incluso la ganadería debe volver a los montes, de una forma sostenible, para ejercer un control equilibrado de la vegetación y ayudar al crecimiento de poblaciones de matorral y especies refugio.
Los pueblos han de recuperar la simbiosis con el medio que les rodea. Existe un beneficio mutuo entre hombre y entorno que se basa, únicamente, en el respeto a la tierra donde habitas.
El plástico es omnipresente, barato y fácil de producir, pero deshacernos de él es un quebradero de cabeza, pues no se degrada con facilidad. Y es que no existe en la naturaleza ningún mecanismo que resulte lo suficientemente eficaz para asimilarlo al ritmo del uso que le damos. Se calcula hasta que los polímeros que lo componen empiecen a desintegrarse a nivel molecular, pueden pasar un mínimo de 450 años. De ahí la urgencia de encontrar una solución antes de que sea demasiado tarde.
Un equipo científico ha creado una enzima artificial capaz de descomponer el plástico.
En 2016, un equipo científico japonés descubrió una bacteria capaz de descomponer la molécula del tereftalato de polietileno (PET), un tipo de plástico muy usado en la fabricación de envases. Ahora, basándose en este descubrimiento, investigadores de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido) y del Departamento de Energía de Estados Unidos han modificado la enzima producida por la bacteria, resultando de ello una nueva molécula capaz de descomponer el plásticoincluso mejor de lo que hacía el organismo unicelular.
La noche en la que encontró agua empozada bajo el cerco de nailon que acababa de instalar en el perímetro de su propiedad, en el distrito de Ancón, a 40 kilómetros de Lima, Perú, Abel Cruz Gutiérrez supo que estaba ante una revelación. Este hombre que hoy tiene 56 años, calvicie incipiente y dejo indescifrable acababa de descubrir una tecnología sencilla pero poderosa para capturar el agua de las densas nubes que durante el alba se acumulan en las colinas áridas del desierto costero limeño.
Un atrapanieblas captura entre 200 y 400 litros de agua al día.
Aquella noche, Abel se acordó de su infancia en un caserío diminuto en la ceja de selva de Cusco, cuando debía cargar cada día grandes baldes de agua de un riachuelo y llevarlos 600 metros arriba, hasta su casa, enclavada en lo alto de una pequeña montaña. “Desde niño, y a la fuerza, aprendí el valor del agua para una familia sin conexiones domésticas. Por eso, cuando descubrí las gotas de agua que había capturado la malla rachel, supe que había encontrado una forma de robarle agua al cielo”, explica Cruz desde la casa de sus suegros, en pleno monte, a donde se llega tras un serpentinesco e interminable viaje desde la ciudad del Cusco.