La llaman la Toscana Española, pero el símil se queda corto porque no es solo una preciosa postal.
Preciosos pueblos de trazado medieval cincelados en piedra y unidos por carreteras que arañan el terruño en cada curva, aire puro, espacios naturales custodiados por imponentes montañas, sabores que se inspiran en la gastronomía tradicional del Bajo Aragón. Menos de 9.000 habitantes y un paisaje de verdes, marrones y ocres donde se dan la mano los vientos mediterráneos y el cierzo, se escucha el silencio y se respira la calma.
Matarraña es un tesoro que merece estar en nuestro cofre de las Perlas Naturales.