Todo empezó con el pulgón. En la huerta de VerdCamp Fruits, en Cambrils (Tarragona), usaban insecticidas químicos para afrontar esta plaga que afectaba a sus plantaciones de sandías, pero no lograban controlarla por completo. Siempre quedaba un 20 o 30% de pulgón, que se reproducía y atacaba de nuevo. Ser un monocultivo le hacía las cosas más fáciles. «Cuando hay una especie, todos los insectos y plagas le afectarán», explica Ernest Mas, agricultor y responsable de las parcelas regenerativas de la finca. Diversificar podía cambiar las cosas. La solución al problema, aunque pueda parecer sorprendente, estaba en las flores.
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Una huerta pionera catalana lleva años usando flores para mantener a raya el pulgón en sus sandías.
«Necesitábamos romper con el monocultivo y crear un ambiente favorable para que la fauna auxiliar autóctona se quedara», apunta el agricultor. Probaron plantando primero en los caminos unas 30 especies florales, observando qué pasaba y qué especies atraían. ¿Serían las flores capaces de atraer a los enemigos del pulgón y convertirse en centinelas de sus campos de sandías?
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